Lo primero que se me ocurrió tras visitar la exposición Entre Viñetas fue hacer un resumen de la historia del cómic que tan bien se muestra en la misma. Sin embargo, según leía los paneles y observaba los cómics recapacité y decidí hacerlo de una manera más personal, destacando aquellos trabajos con los que había tenido relación en mi vida. La visita me ayuda a repasar mi pasado lector, que tampoco es tan pobre como creía, además de ver mis progresos en este mundo, donde ya no me suena a chino la BD o la línea clara.
La primera referencia a la que encuentro sentido y experiencia es la aparición de Tintín en Bélgica allá por 1929. Recuerdo haber recorrido medio mundo acompañado de Tintín, Milú y las maldiciones del Capitán Haddock. Y cómo me sacaban de quicio el Profesor Tornasol y Hernández y Fernández. En 1938 surgió la revista Le Journal de Spirou, donde un tal Peyo se dio a conocer. De él recuerdo las aventuras de los Pitufos y sobre todo aquellas de la flauta mágica con Johan y Pirluit.
En España triunfaba la revista TBO, tanto que dio nombre a todo el género. Tuve la suerte de poder acceder a un montón de ejemplares de esa época que se encontraban en la vieja casa del pueblo: Pulgarcito, Tío Vivo, DDT... No sé que habrá sido de ellos, espero que estén recogidos en alguna caja y no perdidos para siempre. Al leer estas revistas mi afición tiraba más hacia lo cómico. También había algún que otro cómic más serio del tipo Roberto Alcázar y Pedrín o El Guerrero del Antifaz, pero odiaba como sigo odiando hoy en día el famoso CONTINUARÁ... Recuerdo mirar la página final y si ponía la nefasta palabra ni siquiera los leía.
Después llegó Astérix. Tengo recuerdos muy vívidos de su lectura pues me los cogía mi madre en la biblioteca de la Obra Social de la Caja (yo no tenía edad para poder ser socio) y me los leía a mediodía al volver del colegio. Me ponía ciego a galletas mientras veía banquetes y más banquetes a base de jabalí. Unos años después hice un curso de técnicas de estudio y el psicólogo que las impartía decía que estaba probado que leer Astérix habría el apetito.
De vuelta a España siguieron cayendo Mortadelo y Filemón, Zipi Zape, y sobre todo Vázquez. Me encantaban sus dibujos que leía en una revista que se llamaba Jauja. Me parecían de lo más divertido e ingenioso. Luego me enteré que era un granuja y llevaba una vida de lo más canalla. Lo reflejaba a la perfección en sus historietas. De Superlópez recuerdo con cariño el Señor de los Chupetes, un pedazo de historia de lo más original y otra llamada los Cabecicubos o algo así.
Otro gran recuerdo es para El Jueves. Solía acompañar a mis padres al dentista porque era un renacuajo y supongo que no tendrían donde dejarme. En la sala de espera había un buen montón de ejemplares y yo me dirigía a por ellos regodeándome en mi suerte, ya que no tendría que ver aburridos Hola o Lecturas. Pero mi madre me dio el alto inmediatamente diciéndome que yo no podía leer eso. ¡Pero si eran tebeos! No lo entendí hasta años más tarde cuando pude acceder al contenido y vi que no era muy del agrado de una madre temerosa de la educación de su pequeño. Y como parece que las prohibiciones atraen allí estaba yo disfrutando de las Historias de la Puta Mili, de Makinavaja y sobre todo de las creaciones del gran Azagra, muy vinculadas a mis gustos punk de la época. Recorría las calles de Barcelona de la mano de Pedro Pico y Pico Vena, asistía a conciertos de las bandas que escuchaba en el cassette gracias a mis amiguetes de Barna que nos las traían de contrabando. Nunca se me olvidará una de las frases que repetía Azagra muy a menudo: ¡Habrá que hacer una historieta de esto! Y que luego saldría en una canción de Tijuana in Blue.
Y luego llegó el gran vacío, años y años sin ver una viñeta ni leer un bocadillo. Hasta este verano en que resurgió la llama de nuevo. Y es que casi todo en la vida tiene remedio. Casi todo.
3 comentarios:
Qué recuerdos!! Los he leido todos : )
Uy, y esta exposición ¿dónde tuvo lugar? Si es en Madrid se me ha pasado por completo...
La evolución en tu relación con el cómic es algo por lo que hemos atravesado casi todos. De una infancia y niñez apegada al medio, pasamos al periodo adolescente, donde uno está a otras cosas. Lo bueno es que luego de adultos recuperamos la afición, afortunadamente. Y ya se tiene otra mentalidad para leer cómics, no mejor ni peor, sino distinta a la de aquellos primeros años.
Es curioso comprobar como la mayoría hemos tocado de pequeños los mismos palos: un poco de BD clásica con Tintin y Asterix, los típicos tebeos españoles de Vazquez, Superlópez, las revistas de historietas, etc. En mi caso, lo único que me dejé por el camino, y por lo que a día de hoy sigo sin tener mucho interés, son los superhéroes.
Pues eso, re-bienvenido al medio del noveno arte, todo un mundo por disfrutar, como ya llevas meses comprobando. ;)
Es una exposición itinerante que creo la llevan donde la piden, el pueblo donde habito fue donde yo la visité.
Por el folleto que daban es bastante antigua, así que no tengo ni idea de por donde ha podido pasar.
La organizaba la Fundación Germán Sánchez Ruipérez.
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