En un principio, el ensamblaje de este regalo navideño se pospuso hasta tiempos más descansados. En parte fue debido a la experiencia con otro artilugio similar que se demoró en el tiempo debido a su dificultad. Sin embargo, un día de lluvia con poca posibilidad de salir al exterior y un gusanillo que nos mordió tras observar la composición de la imagen en cuestión, nos llevó a afrontar su creación con optimismo.
Y he aquí el resultado. En unas cuantas jornadas, breves pero intensas, la obra llegó a su fin. Empezando por los bordes y después saltando de etiqueta en etiqueta o de tapón en tapón, fue cogiendo forma y en un periquete estuvo listo.
Fue grato reconocer en las diminutas piezas alguna marca de cerveza sólo fijándonos en el color o en la tipografía. Y es que son ya unos añitos los que uno lleva degustando delicias cerveceras, sin olvidar que lo mejor está todavía por llegar, pues a lo bueno conocido hay que sumar lo mejor por conocer. Salud.