Varios han sido los aspectos que me han
gustado del comienzo de esta serie de libros sobre zombies en nuestro
territorio: el primero el hecho de que la acción se desarrolle en
Málaga y alrededores, lugares que conozco bastante bien y que me
hacen más cercana la historia; y segundo porque aunque parece el
típico holocausto zombie, pronto nos daremos cuenta de que tiene
unos elementos diferenciadores que lo hacen muy interesante.
La causa que provoca el renacimiento de
los muertos parece en un primer momento que proviene del mar, sin
embargo esta posibilidad queda luego sin aclararse al menos por
ahora. Conoceremos varias historias de personajes individuales que
intentarán, como en otras obras sobre zombies, buscar el cobijo y consuelo de
un grupo que les dé mayor protección, con la salvedad de que no
siempre sobreviven los más fuertes y preparados. Los momentos de
crisis y pánico que se producen al haber contacto entre humanos y
zombies están muy bien narrados por el autor, creando una tensión y
un terror que nos mantienen en vilo como si fuéramos nosotros mismos
los que estamos metidos en el atolladero. Pero hay una razón sin
igual que hace a esta novela diferente de las demás que he leído
del género, y es una anomalía que llamaré P. I. para no desvelar
nada. Este P. I. le da un sabor especial a la historia y quizás me
ha llamado tanto la atención por tratarse de algo muy común en
nuestra cultura española, cosa que no sé si será tan apreciada
por lectores de otros países. En cualquier caso, seguiré sin duda
leyendo los demás volúmenes de la serie que son ya unos cuantos.