Para mí, los Ramones ocupan la A del
abecedario del Rock and Roll. Les tengo un aprecio inmenso y no me
canso de escuchar sus canciones y de conocer más detalles de su
historia, por lo que este libro ha venido a saciar mis apetitos
durante una buena temporada.
Johnny Ramone, guitarrista y alma mater
de la gran banda del punk rock, nos cuenta de primera mano, y como de
una conversación con él se tratase, todas sus experiencias con la
banda de principio a fin de su carrera. Desde su infancia, su
turbulenta adolescencia y por fin, el nacimiento, crecimiento,
reproducción y muerte de la banda y del propio protagonista. Y digo
reproducción porque la banda iba dejando su semilla allá por donde
tocaba en directo, como bien comprobaría Johnny en los años noventa
cuando las jóvenes bandas con las que tocaba le repetían una y otra
vez la enorme influencia que habían tenido los Ramones en su
creación.
Un gran amante de la música, del
beisbol y del cine de terror, creó los Ramones junto a sus amigos
del barrio Tommy, Dee Dee y Joey con el único objetivo de crear
diversión y rock and roll. Y vaya si lo lograron, a pesar de todos
los altibajos, decepciones y cambios de miembros, la banda se mantuvo
firme hasta el final de sus días. Johnny era un tipo trabajador y
cumplidor, y se preocupó de que le cosa funcionara y les diera de
comer (u otros vicios) a todos los integrantes del cuarteto. Y les
pasó lo mismo que a tantos pintores y artistas, que lograron más
fama y dinero cuando estaban retirados o ya habían muerto.
Nos cuenta un montón de confidencias
sobre su vida privada, sobre la banda y sobre otros músicos y
grupos. Aunque fue muy amigo de otros rockeros como John Frusciante
de Red Hot Chili Peppers, Eddie Vedder de Pearl Jam o Kirk Hammett de
Metallica, nunca se casó con nadie y no le importó dejar plantado a
Pete Townsend por llegar tarde por muchas ganas que tuviera de
conocerlo. Es curioso lo que cuenta sobre salir de gira al extranjero
y lo mucho que le costaba pues era muy americano. En sus viajes
odiaba ir a Francia y nunca fue a Rusia por su gran sentimiento
anti-comunista y el miedo a posibles represalias. Sin embargo habla
muy bien de Japón, Sudamérica y sobre todo de Italia y de España,
donde le encantaba el tiempo, la comida y la gente (Gracias Johnny).
Y por fin he encontrado respuesta a una pregunta que me atormentaba
desde hacía mucho tiempo y no era otra que qué pintaba Phil Spector
produciendo a los Ramones. Cosas del negocio musical. Sí que hecho
en falta que contara cómo aprendió a tocar la guitarra, aunque si
habla de su equipo y preferencias: una Mosrite, amplis Marshall al
diez, one two three four y a tocar lo más rápido posible.
De la edición destacar la enorme
cantidad de fotos interesantes que trae, aunque haya algunas que no
se vean en la junta de las páginas, y en la parte final los anexos
con más fotos, sus canciones favoritas y sobre todo la discografía
completa de los Ramones comentada por él mismo, sin pelos en la
lengua para decir qué discos le gustaron más y cuales fueron una
mierda literalmente.
Un enorme placer haberte conocido más
en profundidad Johnny, y aunque muchas veces fueras un tío taciturno
y gruñón, te lo perdono todo porque nos diste mucho más: Gabba,
Gabba, Hey!