Blog personal de Mr. Gibson donde expresa con total independencia sus opiniones sobre últimas lecturas, grupos musicales, cervezas del mundo, noticias de actualidad, deportes, guitarreo y todo en lo que crea conveniente mostrar su opinión.
Este tema lo escuché la primera vez en directo, al final de uno de los conciertos de El Meister. Javier Vielba se bajó del escenario y se puso a cantar y bailar entre el público con un estilo que me recordó mucho a Fangoria, o a Alaska o algo derivado de ellos. La cuestión es que fue muy cercano y divertido y dejó una huella muy positiva en mi memoria. Mucho tiempo pasó hasta que pude volver a escucharla, puesto que esta canción no estaba grabada. La encontré en Youtube, en un directo en Burgos, creo recordar, con muy mal sonido pero suficiente para rememorarla a mi antojo. Y así hasta que llegó por fin la grabación oficial. Un tema que me sirve de inspiración a la hora de inventar historias futuristas o de ciencia-ficción. Una melodía atrayente y una letra cautivadora que me transportan como digo al futuro, aunque también al pasado en un probable escenario Steampunk. Sea como sea, cinco minutos muy bien aprovechados y altamente recomendables para ser compartidos con vosotros.
A primera vista podría parecer una historia más de elfos y dragones, y quizás cuando sepamos más de ella en próximas entregas lo sea en realidad, pero por el momento las sensaciones que transmite son más que buenas.
La hemos visto en familia con los niños y es ahí donde creo que está su valor. Puede ser una estupenda semilla para que crezca en ellos el gusto por la fantasía y vayan tomando contacto con todo este mundo que tantas opciones aporta.
Los jóvenes protagonistas emprendiendo un viaje con una importante misión por delante, acompañados de su sapo de luz (una criatura de lo más original), anteponiendo su propósito frente a miedos y peligros, son un gran ejemplo a seguir con unos nobles valores que pueden ser inculcados por medio de esta serie.
Nueve capítulos que saben a poco y que uno a uno y en su conjunto dan ganas de seguir y seguir camino adelante haciéndonos partícipes de esta gran aventura, que por lo que leo en la red, en breve nos deleitará con su segunda temporada, que creo que está al caer.
Más de doce años habían pasado desde nuestro último encuentro. Entre medias, una posibilidad abortada por inexcusables deberes familiares. Ahora era el momento y unos cuantos kilómetros no eran motivo suficiente para interponerse en nuestro camino...
Me topé con un Jorge Martínez algo cambiado tras tantos años, cosa normal por otra parte, pues el tiempo pasa factura. Muy profesional, con ganas de hacer un buen concierto y agradar al público. Su objetivo era tocar el máximo número de canciones dentro del tiempo disponible, cosa muy loable pero que dejaba poco espacio a sus pequeños discursos entre canción y canción que tanto me gustan y añoraba. Quizás también influya en esto que no beba tanto como nos tenía acostumbrados en otros tiempos.
Combina a la perfección temas nuevos con grandes clásicos de su carrera, lo que hace que el concierto no decaiga y mantenga un ritmo de ánimo creciente que culmina con la rememoración de la nostalgia punk entre el público, que alborozado y mojado por lluvia cervecera aumentaba la temperatura de la sala y el hedor a explosivo sudor, bienvenido si es a causa del frenesí rock pero denostado si alguno se lo trae ya puesto de casa.
Entre los temas interpretados, destacar el bosque fragante y sombrío, que me aporta sensaciones que merecen un espacio aparte.
Y para terminar, todos los asistentes nos marchamos ungidos por la bendición ilegal, tanto para aquellos que vienen del cielo como los que proceden del infierno, pero sobre todo para aquellos que han sufrido o sufren situaciones adversas. Que así sea.
Cuántas veces he oído eso de estar en el sitio correcto en el momento adecuado, y qué verdad es, maldita sea. Cómo puede variar una vida si tiene la suerte de encontrar esa alineación perfecta del destino y aprovechar la oportunidad que con toda probabilidad no volverá a cruzarse en su camino.
Los chicos del Dogtown son un ejemplo verídico de esta afirmación. Surfistas que cuando no había olas buscaban entretenimiento sobre limitados skates de ruedas de arcilla, hasta que por fin revolucionan el estilo clásico de patinar al llegar ruedas de uretano que abrían infinitos caminos, emulando las sensaciones que vivían sobre el agua pero ahora sobre el asfalto. Y no queda ahí la cosa, pues una oportuna sequía deja las piscinas de California sin llenar y se convierten en el mágico lugar para que lo que había sido una práctica horizontal se conviertiera en vertical. Y a partir de aquí la fama, el éxito y la gloria... pero no para todos.
De aquel grupo de chicos muchos se hicieron ricos y famosos, otros decidieron seguir otros caminos más peligrosos, más acordes a su personalidad y que posiblemente hicieron que toda esta historia ocurriera.
Yo llegué a conocerlos gracias a la frase de uno de ellos: No dejas de patinar por hacerte viejo, te haces viejo por dejar de patinar decía Jay Adams. Una verdad como un templo que se puede aplicar a todos los campos que quieras y nunca dejará de ser verdad. Precisamente Jay fue uno de los que no aprovechó su oportunidad y malvivió su vida mientras sus demás compañeros disfrutaban del éxito. ¿O quizás no? Él pensaba que patinar era un divertimento y no un negocio, por eso se apartó de todo lo que le reportara dinero si no había diversión por medio, pagando el precio que tuvo que pagar. Él se quedó con la idea de que se había pasado veinte años seguidos de vacaciones y eso era lo que le importaba.
Reflexiona y estate atento por si la oportunidad pasa delante de tí y no la sabes aprovechar. Además de este documental, existe una dramatización de los hechos narrados que se llama Los amos del Dogtown, también dirigida por Stacy Peralta, por si queréis saber algo más.