Lore - Temporada 1

A medio camino entre el documental y la ficción, estos seis episodios nos ponen en contacto con algunos de los miedos que pululan por el arquetipo humano.

Desde un posible origen de los vampiros que no te imaginas, experimentos médicos en busca de cura para comportamientos extraños, suplantadores de seres humanos, sesiones espiritistas en busca de comunicación con fantasmas, hombres lobos y caperucitas rojas hasta finalizar con muñecos diabólicos.

Creía que me iba a ir de rositas y eludir pesadillas nocturnas tras verme la serie, con capítulos más o menos interesantes, pero al llegar al último me topé de bruces con el terror. He discutido con mucha gente sobre los motivos que a unos les generan miedo y a otros simple risa, pero lo cierto es que todo el mundo tiene su punto débil y tarde o temprano el miedo lo encuentra para colarse y hacerte pasar un mal rato. O bueno según se mire, porque otro amplio tema de discusión es el de disfrutar pasándolo mal, cosa que puede ser extraña pero real.

¿Y quién no tiene un muñeco en casa? ¿O quién no ha pasado alguna etapa de su vida acurrucado por las noches al lado de uno? Pues la historia del muñeco Robert ha conseguido ponerme los pelos de punta y mirar más de una vez de reojo al cruzarme con los que hay en mi casa. Siempre queda una duda flotando en la mente. Y no olvides que está basado en hechos reales...

Manifiesto Friki

No es fácil ser friki. No por el hecho de recibir posibles críticas o burlas por este motivo, sino más bien porque no está tan claro qué es ser friki.

Hoy en día, y gracias a la inmensa cantidad de información a la que tenemos acceso, muchos contenidos y conocimientos que podrían calificarse como frikis se han extendido al público general perdiendo ese sentimiento de rareza o limitación. Esto conlleva que un cierto nivel de frikismo ha sido aceptado y asimilado por la población general, diluyéndose y haciendo, como decía, que ser friki en sentido estricto sea cada vez más difícil. Esa generalización acarrea un peligro, y es que el friki sienta que su territorio ha sido profanado por hordas extrañas y experimente un rechazo hacia lo que era más exclusivo y ahora se ha hecho masivo.

Considero ser friki un movimiento en dos etapas. La primera consiste en explorar y descubrir, salirse de la autopista para recorrer carreteras secundarias y poco transitadas para encontrarse con pueblos encantadores y gentes especiales; abandonar el cauce que lleva la corriente principal para adentrarse en afluentes con menos caudal y más tortuosos donde habitan especies desconocidas y diferentes. Los campos de exploración son muy amplios, y van desde la literatura, el cine, las series, los videojuegos o la música hasta donde quieras llegar con tu pasión y con tus ganas de saber más. Y la segunda etapa consiste en encontrar y comunicarse con otros frikis que comparten tus mismas inquietudes. Es un ejercicio de observación que requiere mucha concentración para no dejar pasar ese momento de contacto. Esa camiseta o esa forma de vestir puede aportar pistas, o ese comentario que por una vez entre un millón no cae en saco roto y recibe contestación por otro igual que sabe de lo que estás hablando. Y luego están los eventos, quedadas y concentraciones donde sabes que sí o sí vas a encontrar gente que comparte tus gustos y aficiones. Aquí llega otro problema, que es la posible competición por demostrar quién de entre los presentes conoce o domina más el tema. Si es para compartir y ampliar conocimientos estupendo, si el motivo es simplemente alimentar el ego, rechacémoslo.

¡Somos frikis!

Si no nos entiendes,

tú te lo pierdes.

Carolina Durante - KLK

El bajo de Carolina Durante se ha metido en mi cabeza revolviendo mis neuronas a base de esencia Niki. El arquetipo del punk vuelve a renacer en mí aportándome esa energía tan necesaria para salir airoso de los vaivenes más o menos negativos que inevitablemente pueblan nuestra existencia.

No tengo ni idea de qué significa el título, pero no importa ni es necesario. Es claro el canto al desamor, aunque yo prefiero aplicarlo a aquellas personas con las que te has cruzado y te han dejado una impresión que luego resultó ser la contraria, y tengo por desgracia unas cuantas en la memoria a las que se la puedo dedicar. Para todas ellas ¿que os parece dejar de existir? 

Mortal Engines

Llego hasta esta película sin saber nada más que Peter Jackson está detrás de ella. Tras verla, quedo prendado de su ambientación, un steampunk postapocalíptico realmente atrayente, con esos enormes ingenios rodantes en un futuro que tiene mucho de pasado. La historia en sí no tiene mucho que ofrecer aparte de un rato de entretenimiento visual por ser bastante previsible, pero sin embargo, de todo esto ha surgido algo muy interesante y que es el objeto principal de esta entrada mucho más que la película en su conjunto.

El poso o germen que va a dejar esta obra en mí, no es otro que uno de sus personajes y ni siquiera es uno de los protagonistas. Se trata de Shrike, un Stalker que no es otra cosa que una especie de contenedor cyborg que aloja un hombre resucitado carente de sentimientos y transformado en una máquina de guerra letal. La aparición de este ente en escena aportó a la película un aliciente más que sabroso para seguir atento a sus andanzas, las cuales no me defraudaron durante el tiempo que me tuvo en vilo alucinando con su imponente y terrorífica presencia.

Investigando despúes el tema, descubrí que la película se basa en una trilogía del autor Philip Reeve, que tiene una precuela donde se trata más a fondo la historia de los Stalkers (creo que ni siquiera está traducida al español). Tardará tiempo, pero si funciona bien en taquilla esta adaptación, es probable que Peter Jackson se atreva también con la precuela, como ya hizo con el Hobbit. Hasta entonces, no me queda otra que conformarme con lo que nos han mostrado y esperar con paciencia y esperanza que haya mucho más.