Maus de Art Spiegelman.

Un padre y un hijo. No se llevan muy bien por el extraño carácter y forma de vida del progenitor, pero las batallitas que le cuenta le parecen interesantes y comienza a grabarlas para después transformarlas en historia gráfica.

¿Por qué es tan tacaño el padre, por qué tan desconfiado? Vivir durante unos años al límite, con la muerte tan próxima que podía sentir su frío aliento en el cuello, viendo como se lleva a los que están a su alrededor sin ninguna compasión, marca la personalidad. Esa experiencia te deja marcado de por vida, como los números que ellos grabaron en su antebrazo...

Otra visión del holocausto perpetrado por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. De forma muy personal y de primera mano, Art Spiegelman caracteriza cada pueblo como un animal: los judios son ratones, los alemanes gatos, los polacos cerdos..., para contarnos una historia de supervivencia cuando todas las barreras sociales y morales se han derrumbado y traspasado. No existe la familia cuando el hambre aprieta o tú puedes ser el próximo en recibir una bala o aspirar un gas venenoso. Aquel que ayer era tu amigo hoy es tu enemigo y no puedes confiar en nadie porque estás solo, tu mente es tu arma contra todo.

Con unos dibujos poco sofisticados en blanco y negro, impresiona la expresividad que pueden tener unos rostros con tan sólo usar los ojos y las cejas, porque la boca aparece solamente para mostrar dolor o la muerte. Y el efecto de incluir un par de fotos reales entre los dibujos, le da un realismo tal que rompe con cualquier ensoñación producida por el hecho de encontrarnos ante un cómic. Ojalá que la historia no se repita.