“En un agujero en el suelo, vivía un hobbit”
Más o menos doce años han pasado
desde que leyera por primera vez el Hobbit, y no ha venido mal el
repaso de cara al próximo estreno de la película (o películas)
basada en él, ya que aunque recordaba algunos episodios, había
olvidado otras partes tan importantes como el final de esta historia
de una ida y una vuelta. La verdad es que me apetecía leerlo de
nuevo, pese a no ser hombre de relecturas, y ha sido curiosa la
atracción que el libro ha ejercido sobre mí durante el tiempo
previo a su lectura. Estaba encima de una mesa y cada vez que veía
su portada con el dragón Smaug dormitando sobre una montaña de oro
aumentaban mis ganas de abrirlo y ponerme a leer, lo cual hice lo
antes que pude. Al tratarse de una obra tan famosa y tan leída, ésta
vez voy a ser menos cuidadoso en la reseña y quizás se me escape
algún detalle de la trama, así que bueno es avisarlo por si las
moscas.
Como precuela que es del Señor de los
Anillos, no tiene ya el mismo significado para mí que tuvo en su
primera lectura antes de conocer toda la historia del anillo y demás.
Los hobbits, el mago Gandalf o Gollum son ya archiconocidos y no me
resultan tan atrayentes como en un principio lo fueron. La forma de
la narración es en forma de cuento, con continuas llamadas al
lector, y con una inocencia que sin embargo se va perdiendo según
avanza la historia y las cosas se ponen más serias. Quiero entrever
que el propósito inicial de Tolkien de escribir un cuento para sus
hijos, poco a poco fue creciendo y convirtiéndose en realidad en una
historia para adultos que tendría su colofón en la trilogía del
anillo. Si vale la comparación, el Hobbit es la etapa infantil de la
gran historia que llegaría a ser en su madurez.
Y en cuanto a la historia, me maravilla
el papel tan importante que tiene la comida en la narración, sobre
todo para Bilbo Bolsón, el acomodado hobbit que no perdona una
comida al día, y que incluso disfruta repitiendo en su acogedor
agujero. Pero el destino tenía una misión para él: un anillo debía
salir a la luz del fondo húmedo de una montaña, así que Gandalf el
mago y trece enanos vinieron a sacarlo de su hogar con la promesa de
un suculento botín de oro y piedras preciosas. Un viaje iniciático
donde al principio siempre será Gandalf quien saque las castañas
del fuego, pero que luego cederá el protagonismo a Bilbo y al
anillo, indiscutible líder hasta el final. Porque los enanos son
bastante retorcidos y remolones, y si pueden escaquearse de algo ten
por seguro que lo harán, excepto de llenarse los bolsillos de oro o
ponerse a picar piedra, cosa que hacen muy bien, al igual que su buen
gusto por la música y las canciones.
Y ahora viene la segunda cuestión
importante de este libro y tan aplicable al tiempo presente: el
dragón Smaug vigilando el tesoro del que se apropió
fraudulentamente, y los enanos luchando por recuperar lo que fue
suyo, con la avaricia en sus ojos y en la de los humanos como el
Gobernador de Esgaroth y que trágicamente acabaría en guerra,
muerte y desgracia. Como digo, más o menos como hoy en día. Más
vale que hagamos caso a las palabras que dice el enano Thorin en su
lecho de muerte: “Si muchos de nosotros dieran más valor a la
comida, la alegría y las canciones que al oro atesorado, éste sería
un mundo más feliz.”
Iba a entretenerme más tiempo hablando
del viaje, de los enemigos y los escenarios de esta road movie
al estilo medieval, pero a lo mejor me pongo redundante. Destacaré
que he querido leer la misma edición que leí en su momento, la
ilustrada por Alan Lee y que tanto me gustó y me ha gustado de
nuevo, con sus láminas a todo color y sus pequeños dibujos en
blanco y negro entre el texto. Como curiosidad, una cuestión que
desconocía y que no es otra que las posibles inspiraciones de George
R. R. Martín en el texto, donde aparecen los lobos wargos y el
personaje de Beorn, un cambiapieles en toda regla.
La próxima navidad estrenan la primera
película basada en el libro, y que me parece que al final serán
tres. No sé como dividirán la obra en tres partes ni si les dará
suficiente para hacer la trilogía. Supongo que sacarán provecho de
los detalles o de otras historias que quedan en un segundo plano en
el libro, como los asuntos privados por los que se ausenta Gandalf de
gran parte del viaje, pero esto ya es otro asunto que en un par de
meses descubriremos, así que sentémonos a esperar tranquilamente y
el que fume que haga anillos de humo para entretenernos.