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lunes, 12 de noviembre de 2012

El Pensamiento de las Mil Caras - Príncipe de Nada 3 de Richard Scott Bakker.

La guerra santa continúa tras las grandes batallas del episodio anterior, dando paso a un periodo de calma tras la tormenta que durará hasta que se llegue al objetivo final, que no es otro que Shimeh, la ciudad sagrada. Ahora que los guerreros descansan y las armas callan, toman su lugar las intrigas, el politiqueo y los oportunistas en busca de poder. Conjuras, venganzas y ajustes de cuentas se suceden sin parar, distrayendo de asuntos más importantes como la llegada del Consulto, que tienta y siembra cizaña a sus anchas sin que muchos le hagan caso y otros tantos sigan negando su existencia.
Y cómo ha cambiado la marcha desde su comienzo. Ha dejado atrás muchas de las cosas y costumbres que traían para asimilar las que encontraba a su paso, con un clarísimo beneficiado que no es otro que Anasurimbor Kellhus, cuyo poder e influencia crece cada día más. Veo muchas similitudes en este peregrinaje guerrero con el llevado a cabo hacia el Este por Alejandro Magno en el mundo real. Tan solo dos personas parecen haberse dado cuenta del verdadero y oculto sentido de la guerra santa: el hechicero Drusas Achamian, traicionado y engañado, convertido en un simple instrumento al servicio del Profeta Guerrero; y Cnaiur, el guerrero scylvendio sediento de sangre y venganza luchando por desenmascarar la mentira.
Y por fin Shimeh. La gran batalla final donde las armas de los hombres dejarán el protagonismo a la magia de los hechiceros. El sonsonete de sus hechizos y sus palabras mágicas acallarán al más valiente de los guerreros cuando despierten y liberen el gran poder que albergan. “La muerte descendió trazando una espiral” no una ni mil veces sino muchísimas más cubriendo de sangre un telón que ocultaba el verdadero propósito de toda esta guerra y que muy pocos conocen, y que cada vez son menos.
Y nos quedamos con las ganas de saber el desarrollo de esta historia porque no acaba aquí. La continuación, también en forma de trilogía, sólo tiene dos títulos publicados y ninguno en español, así que a los que les haya gustado esta saga les toca esperar sine die. No es mi caso porque se me ha hecho especialmente dura su lectura, muy parecida a la larga marcha hasta la batalla final de Shimeh, que es lo que más (y lo único) que me ha gustado del libro. Con continuos cambios de escenario y tan breves, que en lugar de darle ritmo a la narración lo único que hacían eran enlentecerla porque se hacía necesario un tiempo para situarse de nuevo en la acción. El camino hasta Shimeh ha sido penoso y soporífero, con tantas reflexiones filosóficas que en más de una ocasión me han tentado con el abandono. Al final sólo ha sido temporal y he ido retomando sus páginas en ratos perdidos en los que parecía haber recuperado un poco las fuerzas para seguir. Por todo esto no me uno al grupo de impacientes seguidores de su publicación en español. Yo tranquilo que tengo cosas mejores que hacer.

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