Después de tratar a los vikingos y al
Rey Arturo, se unen ahora al club los piratas. Un tema que me
apasiona y al que le estoy dando un buen empujón últimamente y que
tendréis ocasión de comprobar en fechas futuras.
Tomando como guía para la narración
la vida del pirata francés Alexandre-Olivier Exquemelin, conoceremos
la sociedad tanto europea como en el Nuevo Mundo durante el siglo
XVII, y que fue el germen de que naciera lo que conocemos por
piratería. Se dieron una serie de circunstancias como la pobreza,
las guerras de religión o la necesidad de un lugar de huida en
Europa, acompañado de unos intereses comerciales y prácticas
abusivas en el Nuevo Mundo que forzaron a muchos a lanzarse a la vida
pirata bien como única alternativa de supervivencia, bien como forma
de enriquecerse con rapidez o simplemente para vivir fuera de las
normas establecidas.
Aparecen los tópicos conocidos por
todos en escenarios tan famosos del mar Caribe como la Isla de la
Tortuga, donde profesiones como la de bucanero o filibustero pronto
se confundirán bajo el término pirata. Las diferencias entre el
viejo continente y las nuevas tierras americanas en cuestiones como
el clima o la fauna, con la aparición de nuevas especies de
mosquitos, serpientes o tiburones, y enfermedades como el paludismo,
el escorbuto o la disentería harán mella en los colonos que se
atreven a aventurarse en el nuevo territorio. Colonos que en su
mayoría son de la peor calaña, despojos expulsados de la sociedad
europea que buscan un nuevo porvenir al otro lado del océano.
Pero quizás lo que más destaca de
estas gentes es su código de convivencia, una auténtica democracia
donde los repartos de los botines se hacen por igual, donde se
remunera a los heridos e inválidos como si fuera la Seguridad Social
o donde se castiga la cobardía con un paseo sobre la tabla o ser
abandonado en una isla desierta. Una vida atrayente para muchos con
la pega de encontrarse con la horca si se es capturado, una vida
llena de altibajos donde se es rico un día y pobre de nuevo al
siguiente, donde el ron es tan importante como la propia sangre que
corre por las venas y donde la pregunta ¿para qué quiere un muerto
monedas? toma total sentido. Mejor me lo gasto todo hoy jugando a los
dados, en mujeres y sobre todo en ron, porque quién sabe si mañana
no estaré muerto.
Un libro plagado de buenas
ilustraciones, mapas y fotografías que hacen muy amena su lectura
(no olvidemos que está enfocada a público juvenil), con un apartado
especial para piratas famosos como Barbanegra, El Olonés, Henry
Morgan, el Caballero de Grammont o Mary Read. Después de leerlo en
tiempo record, sólo me queda decir ¡Al abordaje!
Sí que es un tema apasionante, la verdad. A ver si localizo un buen divulgativo sobre piratas; este parece estar bien para sentar las bases.
ResponderEliminarHoy mismo vi Piratas del Caribe 4...bueno, se puede ver. ¡¡Rumbo a Tortugaaaaa!!
ResponderEliminarComo primer paso no está mal, pero se queda uno con ganas de más. Un aperitivo pirata, vamos.
ResponderEliminarPiratas 4 no la he visto, pero he oído malas críticas sobre ella. De todas formas, algún día la veré.