Siempre ha estado presente. La recuerdo desde que era un chaval en las fiestas del pueblo, y apostábamos a bebernos de un trago aquellos pequeños botellines de 20 cc que no tenían ni etiqueta. Después cuando la bebían en los parques los punkies y los "gamberros del barrio" en forma de tan denostada "litrona". También lo haría yo pasado algún tiempo con los amiguetes de siempre y no éramos tan malos. Era un vínculo de unión y afecto contándonos batallitas sobre bandas de rock o sobre lo dura que era la vida de estudiante en el instituto. Nos reuníamos alrededor de ella como lo hacían en el pasado alrededor de una hoguera a compartir experiencias y crear lazos de amistad que aún hoy perduran. Alguna rompimos en un arrebato de juventud incontrolada, y otras las devolvimos para que nos dieran a cambio una bolsa de pipas y seguir conversando (recuerdos del Facundo). Hoy sigue estando ahí, en sus variedades Clásica, Cinco Estrellas y Negra. Sigue siendo un valor seguro, y cuando un camarero me ofrece una Heineken, Carlsberg o alguna botella verde parecida en lugar de una Mahou, digo con todo orgullo: ¡Pónme una Mahou!
2 comentarios:
YO TAMBIÉN ERA DE MAHOU AUNQUE CON EL
TIEMPO ME HE HECHO MAS DE PAULANER...
...YO TAMBIÉN LE DABA A LA CINCO ESTRELLAS, BIEN FRESQUITA, Y CON UN POCO DE SUERTE EL CAMARERO INVITABA A LA SEGUNDA...
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