La derrota de Alarcos debe ser vengada. Ha llegado el momento del todo o nada, de la gloria o el infierno, de la cruz o la media luna. Hoy regaremos con sangre las montañas, ojalá sea la de nuestros enemigos y no la nuestra la que sea derramada...
Un lunes, igual que hoy, de hace ochocientos años tuvo lugar una de las batallas más decisivas de lo que se llamó Reconquista, y que fue el punto de inflexión que desniveló la balanza hacia el lado cristiano de la contienda. Los reyes de Castilla, Aragón y Navarra luchando mano a mano contra el califa almohade Miramamolín en un combate donde las fuerzas musulmanas eran superiores en número a las cristianas pero cometieron el error de emplear la misma táctica que en la pasada batalla de Alarcos donde sí salieron victoriosos. Los tres reyes lucharon personalmente y gracias a su tesón y empuje, contagiaron a sus tropas el coraje necesario para ganar el envite. A partir de aquí comenzó el declive de la dominación árabe en la península ibérica.
O al menos esto es lo que nos han contado, porque ya se sabe que cuando la religión está en medio de las guerras, las cifras de combatientes se disparan para hacer más épicas las victorias, surgen ayudas milagrosas en forma de apariciones de santos o los reyes que suelen ver los toros desde la barrera pasan a luchar en primera línea de combate jugándose su preciada corona.
Dejando de lado polémicas históricas a un lado, es esta una batalla que me toca personalmente porque he pasado multitud de veces por su escenario. Cada vez que atravesábamos Despeñaperros y llegábamos a la localidad de Santa Elena, mi padre hacía alusión al combate: que si los árabes huyeron por allí, que si las cadenas del escudo de Navarra por allá, que si un pastor local les mostró un paso secreto a los cristianos... Incluso llegué a pensar durante mucho tiempo que los orígenes de mi familia podrían tener algo que ver con las tropas ultramontanas que vinieron a ayudar a las huestes cristianas, aunque según he ido leyendo más sobre el tema, parece ser que es una falsa ilusión por parte mía, ya que dichas tropas no llegaron ni siquiera a tomar parte en la batalla, además de no dejar muy buen recuerdo por donde pasaron.
Otra conmemoración más de aniversarios guerreros de este mes de Julio, al que dentro de pocos días se sumará el de la batalla de Arapiles o Salamanca, y que espero reseñar por estos territorios.
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