Con tan sólo 19 días de vida en este mundo, poco podía imaginarse el pequeño Mr. Gibson lo que ocurría a miles de kilómetros de distancia. En un pequeño local del sur de Manhattan, cuatro jovenzuelos de largos flequillos daban su primer concierto con un estilo peculiar que aún no estaba bautizado y que sería el germen de lo que hoy conocemos como punk-rock.
Quiso el destino que sus caminos se encontraran en una senda polvorienta de la provincia de Burgos compartiendo un momento inolvidable a principios de los 90. Y después llegó la dama de negro llevándose a unos cuantos de aquellos chicos que ya no eran tan jóvenes. Y de nuevo el destino fue amable y uno de los supervivientes volvió a pisar tierras castellanas, aunque ya su flequillo no era tan natural como en los años setenta.
He aquí que Mr. Gibson ya no era tan joven tampoco, incluso se atrevía a destrozar alguno de los clásicos de la banda con su guitarra. Y cruzó el charco acompañado de una bella dama y llegó a la ciudad que nunca duerme, y se la patearon de arriba a abajo y pasaron por Bowery St. pero el CBGB ya no estaba allí, había cerrado hacía unos años y Mr. Gibson prefirió tomarse unas cervezas en la cercana Bleecker St. en lugar de visitar la tienda de regalos que hay en su lugar, más que nada porque no sabía de su existencia.
Pero ya daba igual, hacía muchos años que estaba felizmente contaminado con la semilla que plantaron cuatro muchachos enfundados en chupas de cuero casi en el mismo momento en que Mr. Gibson empezaba su andadura vital, como dos árboles que echaron raices en lugares distantes pero que entrelazaron sus ramas en más de una ocasión.
He aquí que Mr. Gibson ya no era tan joven tampoco, incluso se atrevía a destrozar alguno de los clásicos de la banda con su guitarra. Y cruzó el charco acompañado de una bella dama y llegó a la ciudad que nunca duerme, y se la patearon de arriba a abajo y pasaron por Bowery St. pero el CBGB ya no estaba allí, había cerrado hacía unos años y Mr. Gibson prefirió tomarse unas cervezas en la cercana Bleecker St. en lugar de visitar la tienda de regalos que hay en su lugar, más que nada porque no sabía de su existencia.
Pero ya daba igual, hacía muchos años que estaba felizmente contaminado con la semilla que plantaron cuatro muchachos enfundados en chupas de cuero casi en el mismo momento en que Mr. Gibson empezaba su andadura vital, como dos árboles que echaron raices en lugares distantes pero que entrelazaron sus ramas en más de una ocasión.
3 comentarios:
Siento corregirle pero fue a primeros de los años 90.
A Thunder se le cayeron las gafas y las pudo recuperar sin desperfecto alguno. A mi me pasó lo mismo con el reloj, de un manotazo se fue al suelo y cuando lo daba por aplastado lo recuperé intacto.
Recuerdo la camaradería del público cuando alguien caía al suelo. Rápidamente se le ayudaba a incorporarse a la maquinaria del one,two,three,four...
RFFR
Venga, ya lo corrijo que tienes razón. Debió de ser por el 93 más o menos. A mi me rompieron la camisa y si aquel día no morí de infarto es un milagro.
De ese concierto me acuerdo hasta yo y eso que no estuve. Es una de las batallitas más comentada alrededor de una cerveza...
Publicar un comentario