Gary el irlandés desembarcó en nuestra ciudad cargado con su arsenal de guitarras. Traía para la ocasión un par de Telecaster que apenas usó, tres o cuatro Gibson Les Paul y una Firebird que sonaba como un cañón. Por supuesto también se traía un machaquilla para que le afinara y pusiera a punto toda la artillería. Como anécdota, destacar que tanta logística no fue suficiente para el bueno de Moore, que se cargó una cuerda y lanzó al suelo una de las Les Paul (¡qué dolor!) y una mirada asesina a su utillero.
Tocó gran cantidad de temas de su último disco, mezcladas con sus éxitos de siempre. Se enfrascó en dos o tres blues lentos que duraron más de diez minutos cada uno, ralentizando el ritmo del concierto. Se hizo un poco pesada esa parte, pero al final estuvo más de dos horas sobre el escenario, tiempo más que suficiente para cubrir gran parte de su repertorio.
Según el periódico local atendieron al concierto unas mil quinientas personas, que no está nada mal para ser un miércoles, coincidir con la final de copa y tener un precio nada popular las entradas. Nos podemos dar con un canto en los dientes, porque el miércoles siguiente en la capital del reino fueron a verle dos mil valientes, y eso que no había fútbol. Otros comentaban que en Nueva York sólo toco ante cien personas. Aviso para organizadores de eventos y artistas en general.
Según el periódico local atendieron al concierto unas mil quinientas personas, que no está nada mal para ser un miércoles, coincidir con la final de copa y tener un precio nada popular las entradas. Nos podemos dar con un canto en los dientes, porque el miércoles siguiente en la capital del reino fueron a verle dos mil valientes, y eso que no había fútbol. Otros comentaban que en Nueva York sólo toco ante cien personas. Aviso para organizadores de eventos y artistas en general.
1 comentario:
El Gary Moore éste parece buen mozo, no es mi tipo que conste, pero es que cómo no había comentarios, por poner algo. Taluego majos.
Publicar un comentario