Muchas veces pienso que el poder es un ente con vida propia. Un espíritu que posee al hombre y lo transforma de manera grotesca y malvada, dejando poco parecido con lo que era en un principio. Da igual el origen y la condición inicial, el poder corrompe sin remisión a aquellos que consiguen llegar a él. Buena prueba de esta teoría es este libro, donde abundan ejemplos de lo más heterogéneo. No todo va a ser malo aquí, la obra también reune una gran cantidad de sabiduría oriental mostrada en frases y comportamientos muy útiles para nuestra vida. Y es curioso que a pesar de este marcado acento oriental, mi imaginación no haya conseguido crear imágenes en este sentido, sino que se ha ido sin remisión hacia el mundo árabe. A saber cuál es la razón.
Con una curiosa manera de contar la historia a través de los personajes y sus recuerdos en modo flashback, Liu da forma a una gran historia que va de menos a más, mezclando tecnología tipo steampunk en un mundo medieval, donde no faltan animales fantásticos y una familia de dioses de lo más caprichoso, que juegan sus propios intereses moviendo a las marionetas humanas con los métodos más sutiles y traicioneros.
Esperando visitar el muro de las tormentas a la mayor brevedad posible, aquí espero lamentando no poder haber asistido a la visita del autor a mi ciudad, hecho del cual me enteré a toro pasado como suele ser costumbre por desgracia en mi atareada existencia. Ojalá no se repita y me despoje por fin de este sambenito tan molesto e irritante.
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