De nuevo llego a un libro después de
haber visto la versión cinematográfica, de la que por cierto tengo
muy buen recuerdo y ha sido la causante de que me haya decidido a
pasarme al papel. Suele ser un hecho que el libro supere en calidad
al cine, y si la película me gustó, el libro mucho más. Imposible
olvidar a mi añorado Alfredo Landa en el papel de Xan de Maltís, el
bandido Fendetestas, y su grito de guerra ¡Me caso en Soria!
Aquí está el bosque animado, no tanto
por toda la vida que contiene sino por las ánimas que pululan entre
su follaje, siendo un exponente válido del realismo mágico. Y
pronto nos damos cuenta de que el libro es un gran contenedor de
historias y fábulas, y éstas últimas precisamente no han tenido
cabida en la película. Nos hablan y nos cuentan sus vidas secretas
los árboles y una gran variedad de animales: topos, moscas, perros,
zorros, arañas, luciérnagas, gatos... Como por ejemplo las sabias
palabras que le dijo la luciérnaga a la araña: “Hay que procurar
el bien de los demás seres para ganar el amor de la madre
naturaleza”. Cuando pasamos a la parte humana tengo la sensación
de estarlo leyendo en gallego, pues con este acento suenan las
palabras en mi mente. Son preciosas las descripciones que hace del
clima y de la naturaleza y supongo que será porque no hay
traducciones de por medio, que me deja un gran sabor a literatura de
verdad.
Antes de terminar que no se me olvide
que tengo pendiente ir a San Andrés de Teixido, que si no ya sé lo
que me toca y no me apetece lo más mínimo.
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