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miércoles, 19 de septiembre de 2012

Canción de Hielo y Fuego 5: Danza de Dragones de George R. R. Martin.

Recién terminada la lectura de la esperadísima continuación de la Canción de Hielo y Fuego y ya estoy penando para que no se demore durante años la próxima entrega. Y es que Martín es un genio en este aspecto (y en muchos otros) porque si ya consigue al final de cada capítulo que sigas robando horas al sueño para continuar leyendo un poco más, cómo no lo va a conseguir al final del libro. La expresión que más he repetido durante la lectura ha sido ¡qué cabrón! cuando me sorprendía con un giro inesperado o un final lleno de intriga.
Reconozco que me ha costado seguir algunos aspectos de la trama a causa del tiempo pasado desde la lectura del Festín de Cuervos; en concreto, la parte referente al Dorne ha sido la más olvidada, y también porque en este libro Martín ha jugado un poco al despiste cambiando el título de los capítulos, abandonando en más de una ocasión el ya típico nombre del personaje como encabezamiento. Así, ha habido varios personajes que han lucido diferentes apodos en sus capítulos dedicados, lo que ha contribuido a sufrir durante unas cuantas líneas para ubicar de nuevo la acción en su lugar correspondiente.
Otro aspecto que maneja a la perfección es la estructura de la trama y cómo, cuándo y en qué lugar presenta la acción a través de los distintos personajes. Una serie de capítulos dedicados cíclicamente a los mismos personajes dará paso a la sorpresiva introducción de alguno del que no hemos sabido nada desde hace muchísimo tiempo, convirtiendo el desarrollo de la acción en una reunión de viejos amigos que se reúnen después de largo tiempo sin verse, con la consiguiente alegría al coincidir con los que te llevabas bien y la incomodidad de ver de nuevo a los que no eran de tu agrado.
Me quedo con mis favoritos Tyrion y Daenerys. Tyrion porque es el que más juego da con sus incontables idas y venidas, subidas y bajadas, su afilada lengua y su buen corazón, aunque sea pequeñito. No me importaría compartir mesa y mantel con él, degustando los exquisitos menús repletos de viandas y bebidas apetitosas que se le ponen por delante y aprendiendo a jugar al Sitrang. Y mi querida princesa Khaleesi, metida en berenjenales políticos que lidia de la mejor manera, pensando una cosa y diciendo la contraria como todo buen político.
Podría seguir escribiendo bondades sobre este libro. Ha merecido la pena la espera aunque no haya sido agradable. Posiblemente sea el libro que abarca una mayor dispersión geográfica, de ahí que los mapas que acompañan el volumen sean mucho más numerosos que en entregas anteriores. Y un final que te tiene en vilo hasta la mismísima última página. Ya lo dice el refrán: “Alas negras, palabras negras”. En los Siete Reinos y alrededores no se andan con chiquitas, y abundan la sangre y los muertos, así que cuidado porque nadie está a salvo de ser el siguiente en pasar a mejor o peor vida.


1 comentario:

Pedro de Mercader dijo...

¡Maldición! Y yo todavía sin leerlo...

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