Y llegado el momento, acudimos a rendir homenaje al músico que tanto nos enseñó. Y a su siniestra estaba la mujer de pelo rojo llegada del País de las maravillas. Y juntos tocaron y juntos cantaron, y no importó que no hubieramos oído antes ninguno de los temas que interpretaron, porque la hipnótica mecedora del ritmo del blues nos acogió y nos elevó hasta el éxtasis musical.
Y terminada la actuación, nos regalaron un bis que sí conocíamos y nos animaba a mirar atrás y no fue necesario porque montones de buenos recuerdos habían sido llamados ya a nuestra memoria.
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