Una vez vi a Bob Dylan. No tuve que ir a Nueva York ni a Inglaterra para verlo, sino que él mismo vino a mi barrio a cambio de una "módica" cantidad de dinero. Llegó, tocó unas cuantas de sus canciones sentado al piano y se marchó sin decir ni mu.
Me hubiera gustado que tocara la guitarra y la armónica, si no todo el concierto sí alguna de sus canciones más emblemáticas, pero no pasó. Sólo tocó el piano y en el par de ocasiones que se puso de pie temimos por su integridad puesto que su equilibrio era inestable. Tampoco hubo canciones emblemáticas que pusieran al público en pie, coreándolas a una sola voz como si de un himno se tratara. Estos conciertos con el público sentado tampoco dan mucho juego.
Sí es verdad que sonaba muy bien y los músicos eran de gran calidad, pero no sentí nada. Ni un mínimo estremecimiento de emoción noté en la hora y media larga de concierto, por lo que la transmisión fue nula.
Diferentes opiniones acerca de si un músico que roza la ochentena y no tiene nada que demostrar puede hacer algo más o debe exigírsele más. No lo sé. Sólo sé que quedé decepcionado y eso que iba ya con mucha cautela sobre lo que me podía encontrar. Y es que a veces la expresión más vale tarde que nunca no es cierta.
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