Llega al blog la primera degustación de las numerosas y variadas cervezas artesanales de procedencia nacional que llegaron a casa en Navidad. Se trata de la tarraconense Carmen, que luce una colorida y folclórica etiqueta estilo publicidad años 60 ó 70 y que para ser sincero me gusta.
Esta modalidad del 4,8% luce una turbidez característica de las cervezas artesanales, junto un color tirando a rojizo y un sabor amargo y algo ácido que la distingue a la perfección de otras cervezas del estilo. Para ser artesanal tiene bastante carbónico, con la particularidad de ser tardío (tarda un tiempo en salir en relación con el momento de la deglución).
Pero sin duda alguna es su olor el que marca a esta cerveza. Tardamos un poco en diferenciarlo, como buenos catadores novatos que somos, pero al final lo cazamos. Aunque suene extraño y desconcertante, esta cerveza huele a tomate frito. Elijan ustedes la marca que da igual, Orlando, Solis... al fin y al cabo, huele a tomate frito. Este olor no afecta al sabor, pero a algunos catadores les puede echar para atrás esta cualidad. A mí la verdad es que me dio lo mismo y no me importaría volver a degustarla en el futuro.
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