Recordaba y recuerdo con aprecio la lectura de El Ocho, precursora de esta novela. Fue hace ya unos cuantos años y coincidió con la época en la que retomaba mi afición lectora, tantos años olvidada y delimitada a los periodos estivales. Su lectura me absorbió, me enganchó y con seguridad el tiempo empleado para recorrer sus aventuras fue breve, signo de buena señal.
Sin embargo, esta segunda parte me ha decepcionado. En ningún momento me he sentido atrapado por esa vorágine y ese vértigo que te lleva en bolandas a través de sus páginas, que pasan y pasan sin cesar, buscando ese pedazo de tiempo en cualquier rincón para seguir leyendo.
Como digo, nada de esto ha ocurrido en esta ocasión. Unos personajes poco definidos, una trama alargada y situaciones forzadas en exceso han hecho que acabara el libro con el coche escoba pisándome los talones. Igualmente, la introducción en la trama de personajes históricos con un papel que va más allá del anecdótico o secundario sigue sin gustarme. En este caso el elegido entre otros ha sido Lord Byron.
En el lado positivo recojo un dicho latino que mi padre me repite constantemente:
Severis quod metes
Se cosecha lo que se siembra,
que para bien y para mal es muy cierto y conviene siempre tener presente en nuestro quehacer diario.
2 comentarios:
Ultimamente no tiene suerte con los libros que lee. A ver si en la Feria del libro encuentra alguno que merezca la pena. Ya nos contará...
Abandono durante un tiempo la novela para dedicarme a otros géneros que tenía olvidados.
Ha habido un par de adquisiciones en la feria que prometen.
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