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lunes, 19 de junio de 2017

Años salvajes de William Finnegan

Sin más preámbulos empezaré a elogiar esta obra desde el principio porque todo lo que contiene es bueno, o mejor dicho, cuatro veces bueno; ya que abarca varios campos y todos los maneja a la perfección.
En primer lugar, se trata de una biografía y como tal, nos muestra el desarrollo personal del autor desde su infancia hasta su vejez, describiendo todas las etapas intermedias de forma magistral. Desde el novato adolescente, pasando por una salvaje juventud plagada de experiencias con sustancias y distintas parejas hasta ir asentándose en los estudios y compaginar el trabajo con la familia y las aficiones; para ir envejeciendo de forma saludable y, lo que es más importante, aceptándolo sin depresiones. A esto se le suma el hecho de que la vida del autor ha coincidido con la mayor evolución del surf de todos los tiempos, por lo que además de ver crecer a Finnegan como persona, a la par vamos viendo como ha cambiado esta forma de vida en cuanto a modelos de tablas, formas de surfear y sobre todo pasando de ser una afición casi marginal y mal vista a convertirse en un "deporte" de masas y un negocio muy lucrativo.
En segundo lugar es también un libro de viajes. Viajes con un objetivo muy específico: encontrar y surfear la ola perfecta donde quiera que se encontrara y mantenerla en secreto el mayor tiempo posible parar evitar masificaciones y negocios a su costa. El autor no viaja como turista sino como viajero, integrándose de la manera menos traumática en las distintas culturas que se encuentra a su paso, describiendo sus costumbres y hábitos de vida.
En tercer lugar es un libro sobre el surf, una cultura que va mucho más haya del simple hecho de subirse en una tabla y divertirse sobre las olas. Es sobre todo una manera de vivir la vida junto al mar, leyendo las olas, el viento, las mareas, los arrecifes, las tormentas... Todo lo que influye en la creación de las olas y su disfrute, sin olvidar los incontables peligros que pueden llegar a ser mortales, no sólo por las inclemencias del tiempo, sino por las criaturas salvajes que habitan en las aguas marinas, como tiburones y letales serpientes venenosas. Ese enfrentamiento cara a cara con la naturaleza, de un minúsculo hombre con su tabla frente a una pared de agua que se alza frente a él y del que no se sabe si saldrá airoso gracias a su habilidad o muerto por tamaña osadía. Aparte del momento personal de vérselas cara a cara con olas enormes, describe también la relación con otros surfistas y toda la jerarquía y letra pequeña que existe a la hora de meterse en el agua y ponerse a remar, sobre todo si estás en tu zona habitual de surf o eres un extraño.
Y en cuarto lugar, muestra el crecimiento de un escritor en ciernes, compartiendo su forma de trabajar con sus progresos y tropiezos; cosa que los habituales del blog sabéis que admiro y agradezco. 
Por todo esto, me quito el sombrero ante esta gran obra que recomiendo a todos los que les guste alguna de las facetas anteriores, y si son varias, mejor que mejor.

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