Últimamente aparecen en Twitter
alusiones a una cicatriz de forma constante. No se trata de un
defecto físico desagradable, sino de reseñas y comentarios sobre
una novela. Son en su mayoría, por no decir en su totalidad,
positivas y me empujan hacia su lectura. Como se puede comprobar en
el blog, no es un género al que me prodigue mucho, pero sabiendo de
qué autor vienen (un tipo del que leo comentarios interesantes
también en Twitter, que se rodea de gente aún más interesante en
Zenda, y que recuerdo de hace muchos años por una gran historia que
quedó reflejada en El emblema del traidor), me hacen dar el paso y
lanzarme a su lectura.
Desde el principio la historia te
atrapa y no te libera hasta el mismísimo final. Me veo a mí
mismo sacando tiempo de donde sea para escaparme y continuar leyendo
hasta devorarla por completo. Varias tramas se van entrelazando,
uniendo mundo cibernético y real, este y oeste, poniendo obstáculos
a las vidas ya más que azarosas de los protagonistas y yo enfrente
con el alma en vilo deseando por un lado que se resuelvan y por otro
más oscuro que se líen aún más. Me ha traído recuerdos de las
venganzas al estilo Abercrombie pero en la época actual (ver enlace)
y también toques tarantinianos, que creo son alicientes de prestigio
a tener en cuenta.
Así que finalmente la apuesta salió
bien y reconozco y suscribo que lo leído en las redes sociales era
cierto, por lo que me sumo a ellas con mi positivo veredicto. Eso sí,
confesando que El emblema del traidor sigue en mi debe de lecturas,
pero por poco tiempo.
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