Reconozco que este libro no lo he leído con una motivación muy especial sino por un par de razones un tanto frívolas: primero por su pequeño tamaño que me venía bien para insertar entre otras grandes lecturas que tenía entre manos, y la segunda por simple curiosidad hacia una obra que figura entre las más leídas entre los asesinos y pirados que suelen llenar las portadas de los periódicos o los titulares de los telediarios por sus funestas acciones, a lo que creo que también contribuye la peculiar vida de su autor, además de que nunca terminas de sacar relaciones que parten de este libro.
Supongo que al tratarse de un clásico de la literatura la mayoría lo ha leído o sabe de qué va, así que vamos a dejar libre el torrente de comentarios sin preocuparnos de desvelar detalles de la trama, aunque tampoco sea muy importante en este caso.
Durante un breve transcurso de tiempo acompañaremos a Holden Caulfield, un adolescente de 17 años bastante perturbado mentalmente por una serie de situaciones de lo más delirante donde predominan el consumo de alcohol, el deseo sexual y sobre todo la personalidad intransigente y atormentada, a la vez que bastante sutil y acertada, del joven protagonista. ¿Qué loco no tiene momentos de lucidez? La sensación general mientras leía el libro ha sido de espectador poco implicado porque estos desórdenes mentales los vivo a diario y ya no me llaman la atención, aunque debo confesar que me he reído en varias ocasiones con su humor bastante negro.
El aspecto más positivo ha sido encontrarme de nuevo con el poeta Robert Burns, ya que de uno de sus versos proviene el título del libro. No sé si lo he comentado antes en el blog, pero tengo una relación bastante curiosa con este autor, ya que suelo cruzarme con él de manera inesperada en mis viajes. No recuerdo bien donde empezaron estos extraños encuentros, pero se han ido repitiendo en Londres, Edimburgo y Nueva York de forma bastante divertida a la vez que intrigante. Prometo ordenar mi memoria y darle un huequito por aquí (sine die, dadas las circunstancias).
Por otro lado sigo sin ver el motivo que relaciona la obra con los asesinos que la toman como obra de cabecera, quizás sea una especial conflicidad con el protagonista debido a que compartar algún rasgo psicótico. Supongo que en 1951 y los años posteriores a su publicación tuvo que generar bastante polémica su contenido, pero a día de hoy creo que ha perdido toda esta carga porque en estos tiempos que vivimos estamos más que curados de espantos y acostumbrados, desgraciadamente, a todo tipo de locuras y crueldades.
Tengo que leerlo, que lleva por casa la vida ya y me lo han recomendado varias veces =)
ResponderEliminarBesotes
La inquietud de la normalidad. Este libro lo tengo hace mucho años, como tod@s, y lo he leído muchas veces. Creo que la genialidad del libro es que logra que el personaje trascienda de lo literario y exista de verdad como una experiencia más en nuestra mente. Ocupa un porcentaje ínfimo pero real de lo que somos. Me sigue pasando, que hay momentos aún hoy en día, en los que me siento exactamente, y sin poder explicarlo, como Holden. Y cada cierto tiempo tengo que volver a leerlo, no se por qué, pero es como que Holden te llama.
ResponderEliminar¿Seré una psicótica más en potencia?
Misserre.