Páginas

sábado, 26 de enero de 2013

Lincoln de Steven Spielberg.

De Lincoln conocía que abolió la esclavitud, algo de la guerra de Secesión, que fue asesinado en un teatro y que ilustra con su rostro los billetes de cinco dólares y las monedas de un centavo. Desde esta inculta perspectiva, poco voy a comentar sobre si lo expuesto en la película va acorde con la realidad o no, ya que no dispongo de otras fuentes para comparar. Por esta misma razón, tampoco puedo discutir mucho acerca de la caterva de políticos que acompañaron a Lincoln durante su andadura política y que son tanto o más protagonistas que él en la película. Lo que sí haré será centrarme en las impresiones que he sacado tras acudir ayer a su visionado y a eso voy.
El tema principal es la política y sus entresijos, y de cómo la vive cada personaje según sus intereses. Quizás el momento sea un poco especial porque tiene de aderezo la cuestión de la esclavitud, pero queda la sospecha de que los mismos mecanismos utilizados para conseguir aprobar la famosa decimotercera enmienda sean extrapolables a otras cuestiones menos nobles. Porque si bien Lincoln es retratado como un hombre justo y preocupado por el bienestar de su pueblo, esto no quita para que utilice métodos poco ortodoxos (sobornos, oferta de puestos públicos o interesados cambios de bando) para conseguir los votos necesarios. Y he aquí de nuevo la maldita política, donde unos cuantos privilegiados juegan desde sus escaños a manejar las vidas de muchas personas que a través de sus votos los han elegido democráticamente para que los representen. Porque esta es la bonita teoría, ya que en la práctica, y como se puede observar en la película, cada político sigue sus propios intereses y no los de aquellos que le apoyaron con su voto. Y más delito tiene aún si cabe cuando hay una guerra por medio y mueren a diario miles de jóvenes que no tienen culpa ni nada que ver con el asunto.
Alguien podrá decir que Lincoln es un político que se sale del molde y tiene razón. Aparte de ser un entretenido contador de anécdotas, pertenece a ese mínimo tanto por ciento de los honrados que piensan más en los demás que en sí mismos, pero que lamentablemente suelen acabar quitados del medio antes de tiempo y de forma violenta (véase el caso Kennedy o el de Martin Luther King).
Me pregunto como muchas otras veces ¿justifica el fin los medios? ¿Y si en lugar de una causa justa y noble como fue la abolición de la esclavitud se trata de otra más discutible como una declaración de independiencia? Seguro que algún espectador de Cataluña se imaginó una futura versión con Artur Mas como protagonista mientras la veía en el cine, cuestión esta que recalco me importa bien poco y no me decanto ni a favor ni en contra, siempre y cuando no me metan el fútbol por medio.
Cinematográficamente poco que reseñar porque no tengo la capacidad suficiente de admirar a muchos de sus personajes a los cuales no conozco, si acaso la actuación y caracterización de Daniel Day-Lewis y Tommy Lee Jones, que quizás consigan algún premio, aunque presiento que el batacazo en los Oscar será monumental, cosa que tampoco valoro ni me importa mucho.

1 comentario:

  1. Un gran personaje, en su faceta política y personal, pero demasiado charleta, en esta versión, un vara, sermoneador, y a ratos incluso un tanto lunático. Y todo en esa manera tan Spielberg, de resaltar emociones de forma descarada a través de la música, de abrazos del 'todosjuntosporfin', tan impositivo en sus sentimientos... Pero un personaje como Lincoln no puede producir una mala película y de estas tampoco Spielberg sabe hacerlas. Un saludo!

    ResponderEliminar

Aprieta la tecla, que no da calambre.