De Lincoln conocía que abolió la
esclavitud, algo de la guerra de Secesión, que fue asesinado en un
teatro y que ilustra con su rostro los billetes de cinco dólares y
las monedas de un centavo. Desde esta inculta perspectiva, poco voy a
comentar sobre si lo expuesto en la película va acorde con la
realidad o no, ya que no dispongo de otras fuentes para comparar. Por
esta misma razón, tampoco puedo discutir mucho acerca de la caterva
de políticos que acompañaron a Lincoln durante su andadura política
y que son tanto o más protagonistas que él en la película. Lo que
sí haré será centrarme en las impresiones que he sacado tras
acudir ayer a su visionado y a eso voy.
El tema principal es la
política y sus entresijos, y de cómo la vive cada personaje según
sus intereses. Quizás el momento sea un poco especial porque tiene
de aderezo la cuestión de la esclavitud, pero queda la sospecha de
que los mismos mecanismos utilizados para conseguir aprobar la famosa
decimotercera enmienda sean extrapolables a otras cuestiones menos
nobles. Porque si bien Lincoln es retratado como un hombre justo y
preocupado por el bienestar de su pueblo, esto no quita para que
utilice métodos poco ortodoxos (sobornos, oferta de puestos públicos
o interesados cambios de bando) para conseguir los votos necesarios. Y he aquí
de nuevo la maldita política, donde unos cuantos privilegiados
juegan desde sus escaños a manejar las vidas de muchas personas que
a través de sus votos los han elegido democráticamente para que los
representen. Porque esta es la bonita teoría, ya que en la práctica,
y como se puede observar en la película, cada político sigue sus
propios intereses y no los de aquellos que le apoyaron con su voto. Y más delito
tiene aún si cabe cuando hay una guerra por medio y mueren a diario
miles de jóvenes que no tienen culpa ni nada que ver con el asunto.
Alguien podrá decir que Lincoln es un
político que se sale del molde y tiene razón. Aparte de ser un entretenido contador de anécdotas, pertenece a ese
mínimo tanto por ciento de los honrados que piensan más en los
demás que en sí mismos, pero que lamentablemente suelen acabar
quitados del medio antes de tiempo y de forma violenta (véase el
caso Kennedy o el de Martin Luther King).
Me pregunto como muchas otras veces
¿justifica el fin los medios? ¿Y si en lugar de una causa justa y
noble como fue la abolición de la esclavitud se trata de otra más
discutible como una declaración de independiencia? Seguro que algún
espectador de Cataluña se imaginó una futura versión con Artur Mas
como protagonista mientras la veía en el cine, cuestión esta que recalco me importa bien poco y no me decanto ni a favor ni en contra,
siempre y cuando no me metan el fútbol por medio.
Cinematográficamente poco que reseñar porque no tengo la capacidad suficiente de admirar a muchos de sus personajes a los cuales no conozco,
si acaso la actuación y caracterización de Daniel Day-Lewis y Tommy
Lee Jones, que quizás consigan algún premio, aunque presiento que el
batacazo en los Oscar será monumental, cosa que tampoco valoro ni me
importa mucho.
Un gran personaje, en su faceta política y personal, pero demasiado charleta, en esta versión, un vara, sermoneador, y a ratos incluso un tanto lunático. Y todo en esa manera tan Spielberg, de resaltar emociones de forma descarada a través de la música, de abrazos del 'todosjuntosporfin', tan impositivo en sus sentimientos... Pero un personaje como Lincoln no puede producir una mala película y de estas tampoco Spielberg sabe hacerlas. Un saludo!
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