No quiero pensar que esto sea el final. Me cuesta creer que nunca más volveré a saber de tí, Lisbeth Salander. Tardamos un poco en intimar, demasiados intermediarios, pero una vez que compartimos aficiones y modus operandi ya no hubo marcha atrás.
Te acompañé en tus investigaciones, en tu soledad, en las situaciones difíciles donde tan bien te mueves y como no, en los momentos donde saboreaste la venganza. Lo has pasado mal, Lisbeth, pero con tesón has podido superar todas las dificultades. Pusiste a tus enemigos donde tenían que estar y repartiste justicia donde quien debería no lo hizo. Ahora que llega un tiempo de bonanza no es el mejor momento para despedirse. Nos quedan unas cuantas cosas pendientes: existe un dinero que todavía no tiene ningún uso asignado, todavía pululan por ahí más de un capullo al que hay que ajustar las cuentas y tu hermanita, aunque no quieras, tarde o temprano aparecerá.
Espero encontrarte algún día navegando en la red o sobre una Harley disfrutando de la velocidad. Ojalá esto sea sólo un hasta luego y pronto nos volvamos a ver, Lisbeth Salander.
Mientras tanto te echaré mucho de menos.
Mientras tanto te echaré mucho de menos.
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