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jueves, 24 de septiembre de 2009

La Reina en el Palacio de las Corrientes de Aire de Stieg Larsson.

No quiero pensar que esto sea el final. Me cuesta creer que nunca más volveré a saber de tí, Lisbeth Salander. Tardamos un poco en intimar, demasiados intermediarios, pero una vez que compartimos aficiones y modus operandi ya no hubo marcha atrás. 
Te acompañé en tus investigaciones, en tu soledad, en las situaciones difíciles donde tan bien te mueves y como no, en los momentos donde saboreaste la venganza. Lo has pasado mal, Lisbeth, pero con tesón has podido superar todas las dificultades. Pusiste a tus enemigos donde tenían que estar y repartiste justicia donde quien debería no lo hizo. Ahora que llega un tiempo de bonanza no es el mejor momento para despedirse. Nos quedan unas cuantas cosas pendientes: existe un dinero que todavía no tiene ningún uso asignado, todavía pululan por ahí más de un capullo al que hay que ajustar las cuentas y tu hermanita, aunque no quieras, tarde o temprano aparecerá. 
Espero encontrarte algún día navegando en la red o sobre una Harley disfrutando de la velocidad. Ojalá esto sea sólo un hasta luego y pronto nos volvamos a ver, Lisbeth Salander.
Mientras tanto te echaré mucho de menos.

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