Si hubiera que entregar medallas al mérito guitarrero, sin duda dos de los galardonados serían los señores de los que voy a hablar a continuación.
El gitano Django Reinhart se quemó su mano izquierda durante un incendio en su caravana. Sus dedos cuarto y quinto quedaron retraídos por la acción del fuego siendo imposible su total extensión. Pudo haber abandonado pero no lo hizo. Se las ingenió para tocar con esos dedos las dos primeras cuerdas y apañarselas con los otros dos para el resto. De aquí surgió su peculiar estilo que le dió al jazz y al swing un nuevo aire fundamental en la música del siglo XX.
Unos años después, en la metalúrgica Birmingham, Tony Iommi se cortaba las puntas de sus dedos de su mano derecha. A punto de abandonar, escuchó a través de un amigo la historia de Reinhart y se vino arriba. Ayudado por unas piezas de plástico pegadas a sus dedos llegó a ser el gran guitarrista de Black Sabbath y uno de los creadores de lo que sería el Heavy Metal.
No hay excusas compañero, no vale decir que me duele la mano o que tengo callos en las yemas, hay que tocar y tocar y al final la recompensa llegará.
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Aprieta la tecla, que no da calambre.