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lunes, 22 de junio de 2009

Un Blues cualquiera.

Una noche cualquiera
me fui a tomar,
una cervecita
en un oscuro bar.

No tomé una,
ni dos ni tres,
creo que al final
fueron siete o diez.

Sonaba un blues,

un blues cualquiera.

Y comencé a cantar

y comencé a bailar.

Y toqué una guitarra
con forma de mujer,

y soplé una armónica

hasta el amanecer.

Y ya no era un blues,

un blues cualquiera.
Era un canto al amor
y a una botella de cerveza.

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