Tenía yo ganas de ver en directo un espectáculo deportivo en los States. La liga de Fútbol Americano acababa de terminar y la de Baseball estaba a puntito de comenzar, así que no nos quedó otra opción de ir al baloncesto, cosa que agradezco desde el punto de vista del juego, porque es el único deporte de los tres de los que conozco bien las reglas.
El escenario era el famoso Madison Square Garden, del que llevo oyendo hablar toda mi vida e imaginaba era un sitio grandioso y espectacular. Pues no es para tanto. Nosotros compramos entradas de gallinero y pensábamos que íbamos a estar en el quinto pino, pero no era tan grande el toro como lo pintaban.
Y comenzó el espectáculo: presentación de los equipos New York Nicks y Atlanta Hawks (hubiera estado bien ver a Gasol o a Rudy Fernández), canto del himno americano (yo creía que lo hacían solo en las finales) y comienza el partido. Mucha parafernalia de regalos de merchandising, música y publicidad en las pantallas gigantes, pero el baloncesto no me pareció tan espectacular. Lo bueno fue al dia siguiente que ponían el partido en la tele y al verlo me pareció que era un partido diferente al que yo había visto en directo, mucho más espectacular a través de la tele que en el campo.El público muy soso, solo gritaban cuando les tiraban camisetas o los enfocaban en las pantallas, después mucha defense y poco más. Van allí los de la Demencia del Estudiantes y se los comen. Y como no, entre cuarto y cuarto las Cheerleaders, con sus bailecitos y demás, todo igualito que en las películas.
Aquí comprendí cual había sido la escuela de Andrés Montes, que le pone motes y canciones a todos los jugadores, ahora de fútbol y antes del baloncesto. Cada vez que un jugador local mete canasta le ponen su cancioncita y su mote en la pantalla gigante.
Al final ganaron los Knicks, nosotros nos comimos un perrito caliente y una cerveza en vaso personalizado Knicks. Una nueva experiencia más que contar.
Aquí comprendí cual había sido la escuela de Andrés Montes, que le pone motes y canciones a todos los jugadores, ahora de fútbol y antes del baloncesto. Cada vez que un jugador local mete canasta le ponen su cancioncita y su mote en la pantalla gigante.
Al final ganaron los Knicks, nosotros nos comimos un perrito caliente y una cerveza en vaso personalizado Knicks. Una nueva experiencia más que contar.
Mr. Gibson se le ha vuelto a poner otra vez cara dumpling...
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