Ahora que se acerca el buen tiempo, no apetece nada más que disfrutar de una buena cerveza sentadito en una terraza. Una buena elección para este momento de expansión intelectual es la cerveza blanca Hoegaarden, original de Bélgica y a la que empecé a amar junto a los canales de Amsterdam.
Recuerdo mis reprimendas a mi amigo Jesús, cuando se pedía una Hoegaarden en la tristemente desaparecida cervercería "La Escondida". Le acusaba de blandengue al pedir esa cerveza tan pálida acompañada de una raja de limón, mientras los demás nos dedicábamos a las Gordon y Douglas, cervezas muchísimo más fuertes y ricas en color. Sin embargo, tras unas cuantas resacas cada vez más duras de superar por mi cuerpo, decidí que para los tiempos estivales, en los que el calor te empuja a beber más cantidad para refrescarse, la blanca belga era la mejor compañera.
Y así fue como en un verano de calor bochornoso en Holanda, las primeras cervezas del día fueron Hoegaarden, dejando para la noche otras degustaciones más exigentes para las neuronas, costumbre que ha quedado incluida en estos años posteriores.
Y así fue como en un verano de calor bochornoso en Holanda, las primeras cervezas del día fueron Hoegaarden, dejando para la noche otras degustaciones más exigentes para las neuronas, costumbre que ha quedado incluida en estos años posteriores.
Si es que está usted muy "viajao" y sabe mucho....Bluurrpp!!
ResponderEliminarSí, era un blandengue, cómo sufría con esas reprimendas!. Ahora tomo vino de Valdepeñas, para no ser un blandengue. Saludos, chatos.
ResponderEliminarHombre, no eran para tanto. Mi conciencia está tranquila si toma usted Valdepeñas. Peor hubiera sido que le hubiera dado por tomar Red Bull o cosas del estilo.
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