Corren mediados de los años ochenta en la tranquila Garrytown. Sin embargo, algo se cuece, algo nuevo comienza a latir y lucha por romper el cascarón que lo envuelve. Llegan desde la pérfida Albion vientos de cambio y es en la escuela de primaria donde primero se empieza a notar la metamorfosis.
El pequeño Mr. Gibson, por entonces un inocente jovenzuelo de cuarto grado, comienza a observar con temor a los chicos de los cursos superiores. Ya no son iguales a los de antes, ahora llevan el pelo largo, los pantalos vaqueros muy estrechos, botas J Hayber o similares, camisetas negras y cazadoras de cuero negro con multitud de cremalleras. Esto no es lo peor, además fuman a escondidas, hacen gamberradas, desafían a los profesores, se piran las clases, tocan el culo a las chicas y le quitan el bocadillo a los pequeños. No tienen remedio, el heavy metal los ha apartado definitivamente del recto camino de la sociedad.
Haciendo caso de los consejos de su madre, el pequeño Mr. Gibson se mantiene apartado de tan malas influencias, pero unos años después, un vecino malvado comienza a pasarle cintas de cassette de los grandes del heavy, entre ellos Iron Maiden. Lo que entonces empezó, hoy todavía no ha acabado...
Y que siga por mil años más. Nada ha podido con ellos, ni el paso del tiempo, ni las idas y venidas de sus componentes, ni el tecno pop hicieron mella en sus armaduras de cuero. Ya lo mostró Eddy, su mascota esquelética y a medio pudrir saliendo de la tumba con epitafio del gran maestro Lovecraft en mi diseño favorito del Live after Death.
Velocidad, canciones con mil cambios de ritmo y letras sobre temas épicos. Son los Maiden y lo mejor es que siguen en activo, recorriéndose el planeta en giras interminables que espero tener la oportunidad de probar alguna vez en directo.
El pequeño Mr. Gibson, por entonces un inocente jovenzuelo de cuarto grado, comienza a observar con temor a los chicos de los cursos superiores. Ya no son iguales a los de antes, ahora llevan el pelo largo, los pantalos vaqueros muy estrechos, botas J Hayber o similares, camisetas negras y cazadoras de cuero negro con multitud de cremalleras. Esto no es lo peor, además fuman a escondidas, hacen gamberradas, desafían a los profesores, se piran las clases, tocan el culo a las chicas y le quitan el bocadillo a los pequeños. No tienen remedio, el heavy metal los ha apartado definitivamente del recto camino de la sociedad.
Haciendo caso de los consejos de su madre, el pequeño Mr. Gibson se mantiene apartado de tan malas influencias, pero unos años después, un vecino malvado comienza a pasarle cintas de cassette de los grandes del heavy, entre ellos Iron Maiden. Lo que entonces empezó, hoy todavía no ha acabado...
Y que siga por mil años más. Nada ha podido con ellos, ni el paso del tiempo, ni las idas y venidas de sus componentes, ni el tecno pop hicieron mella en sus armaduras de cuero. Ya lo mostró Eddy, su mascota esquelética y a medio pudrir saliendo de la tumba con epitafio del gran maestro Lovecraft en mi diseño favorito del Live after Death.
Velocidad, canciones con mil cambios de ritmo y letras sobre temas épicos. Son los Maiden y lo mejor es que siguen en activo, recorriéndose el planeta en giras interminables que espero tener la oportunidad de probar alguna vez en directo.
¡Santificado sea tu nombre!
Yo me he quedado sin palabras con el del pantalón rojo...
ResponderEliminarya te digo, que foto, que sensualidad...
ResponderEliminar¿Os gustan los pelos largos y sudados?
ResponderEliminarBruce Dickinson debería ser intocable a estas alturas del blog,pantalón rojo incluído. Me parece una entrada clásica que era imprencindible en un blog de esta categoría. Yo sólo los he visto tres veces, y todas ha sido genial.
ResponderEliminarMuy bien Mr. Gibson, can you play with madness?
Misserre
SOLO tres veces, vaya envidia.
ResponderEliminarPEDAL TO METAL!!!!
ResponderEliminarQueremos una foto de Mr Gibson con esta indumentaria.
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