Hace muchos años, en un pequeño rincón de Atlanta, un grupo de chicos jugaba con sus muñecos G. I. Joe. El tiempo pasó y aquellos chicos crecieron escuchando la música que llegaba a sus oídos y estremecía sus sentidos. Un día decidieron montar una banda y ponerse a tocar en un garaje las canciones que más les gustaban. Tocaron y tocaron, viajaron y viajaron y mucho tiempo después volvieron a aquel garaje donde empezaron a ensayar. Decidieron abrir una puerta oculta pero no olvidada que daba a un establo contiguo al garaje y esto fue lo que pasó:
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Aprieta la tecla, que no da calambre.