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martes, 10 de julio de 2018

Reflexiones sobre la vida y la muerte

Cuando algún conocido o familiar se marcha de forma prematura, durante un tiempo de longitud variable vienen a nuestra mente reflexiones que tienen un sentir común, y que suele ser la forma en que vivimos y aprovechamos el desconocido y limitado tiempo que nos toca pasar en la tierra. 
En esta ocasión recuerdo numerosos episodios que compartí con el Tío. Me llevaba con él al fútbol, al tenis, al campo de la Loma... Como un hermano mayor me enseñó partes del mundo que yo por mi edad no había podido conocer. Y se lo agradezco. 
Ya de más mayor compartimos curiosas conversaciones sobre sexualidad, trabajo y metas en la vida que me fueron muy útiles en mi progresivo conocimiento del mundo, además de demostrarme que no toda la música de los 70 era basura. Y se lo agradezco. 
En los últimos años nos vimos menos y hablamos casi siempre de motos. Y por desgracia de enfermedad y del trabajo que tengo tan relacionado con ella. De las últimas veces que estuvimos juntos recuerdo una frase que se me quedó grabada y que ya nunca olvidaré y en la que iba implícita su mayor enseñanza. Dijo "Si me curo haré esto o aquello", cosas que quedaron pendientes antes de que la enfermedad apareciese. Sus planes no pudieron cumplirse. 
Recordando ahora estos momentos a modo de despedida, recojo todas las experiencias vividas a su lado con el permiso de mi memoria, para tenerlas bien en cuenta y que no caigan en saco roto. Bien es cierto que también hubo algún desencuentro puesto que su sentido del humor era muy distinto al mío, pero nunca hubo maldad y es puramente anecdotico. 
Espero que pronto podamos despedirnos de esa manera que me haga saber que donde estés estas bien y velas por los tuyos que tanto te querían. Hasta siempre Tío Pepe y muchas gracias por todo lo que me aportaste para aprender a vivir. 

1 comentario:

Aprieta la tecla, que no da calambre.