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sábado, 25 de febrero de 2017

El bosque animado de Wenceslao Fernández Flórez

De nuevo llego a un libro después de haber visto la versión cinematográfica, de la que por cierto tengo muy buen recuerdo y ha sido la causante de que me haya decidido a pasarme al papel. Suele ser un hecho que el libro supere en calidad al cine, y si la película me gustó, el libro mucho más. Imposible olvidar a mi añorado Alfredo Landa en el papel de Xan de Maltís, el bandido Fendetestas, y su grito de guerra ¡Me caso en Soria!
Aquí está el bosque animado, no tanto por toda la vida que contiene sino por las ánimas que pululan entre su follaje, siendo un exponente válido del realismo mágico. Y pronto nos damos cuenta de que el libro es un gran contenedor de historias y fábulas, y éstas últimas precisamente no han tenido cabida en la película. Nos hablan y nos cuentan sus vidas secretas los árboles y una gran variedad de animales: topos, moscas, perros, zorros, arañas, luciérnagas, gatos... Como por ejemplo las sabias palabras que le dijo la luciérnaga a la araña: “Hay que procurar el bien de los demás seres para ganar el amor de la madre naturaleza”. Cuando pasamos a la parte humana tengo la sensación de estarlo leyendo en gallego, pues con este acento suenan las palabras en mi mente. Son preciosas las descripciones que hace del clima y de la naturaleza y supongo que será porque no hay traducciones de por medio, que me deja un gran sabor a literatura de verdad.
Antes de terminar que no se me olvide que tengo pendiente ir a San Andrés de Teixido, que si no ya sé lo que me toca y no me apetece lo más mínimo.

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