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jueves, 25 de octubre de 2012

Zona Uno de Colson Whitehead.

Tras la repentina aparición de la plaga, los supervivientes intentan hacer de tripas corazón (buena expresión para hablar de temas zombies) sobreponiéndose a los síntomas del PASD (Post Apocalyptic Stress Disorder) que inevitablemente sufren. Mark Spitz es nuestro protagonista, no el famoso nadador ganador de medallas olímpicas, sino un chico joven así apodado por una de sus acciones de supervivencia. La Zona 1 es su destino final, una parte de la isla de Manhattan que deberá ser limpiada de criaturas infectadas para posteriormente ser repoblada por humanos sanos.
Desde la primera página, donde el autor describe una vieja cámara de fotos, se nos da una idea de por donde irán los tiros en cuanto a lo literario se refiere. Y me da la impresión que la primera incursión de este escritor en este mundillo zombie se va a quedar a mitad de camino a la hora de agradar a sus lectores. A los buscadores de literatura quizás les eche para atrás la temática de muerto viviente, y a los amantes de la infección y sus consecuencias puede que les sepa a poco, ya que no es la parte más importante de la narración.
Colson Whitehead interrumpe constantemente la acción principal para insertar recuerdos de la vida pasada del protagonista. No digo que esté mal conocer a nuestro personaje, pero lo hace tan a menudo que muchas veces se pierde el hilo. Cada interrupción es aprovechada para hacer crítica social de nuestra sociedad y nuestras costumbres. Siendo más exactos, lo que critica es la forma de vivir en los Estados Unidos donde tiene lugar la acción, por lo que sus comentarios sobre ropas, localizaciones, comidas y demás me suenan un poco lejanos por desconocimiento de los mismos.
En la parte positiva, la costumbre del protagonista de comparar a los zombies que se encuentra por el camino con personas que conoció durante su vida me gusta. Esto hará que algunos sean más fáciles de eliminar que otros, según los prejuicios que despierten en su memoria. Una curiosidad es la división de los muertos vivientes en dos categorías según su comportamiento: skels y straggs los denomina. Y para terminar (como no podía ser de otra forma), debo reconocer que me ha gustado el final, con mucho ritmo y velocidad, quizás porque es la parte más zombie del libro y la más entretenida ya sin las continuas interrupciones precedentes.

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