Tremenda noche de botas de cowboy y
sonidos country la del pasado martes. Bien diría Bob Wayne durante
el concierto, que aquello más bien parecía la noche de un viernes
por la animación que se vivió. Sólo se echaron de menos algunas
gallinas y caballos corriendo por el local porque yeguas y potrancas
sí que hubo por allí...
Abrieron la noche los locales InBlauk,
presentando su nuevo disco “Love and Dust”. Sufrieron en su
comienzo problemas de sonido que dejaban a algunos miembros de la
banda en silencio. Por suerte se pudieron subsanar y el concierto fue
de menos a más. Acogidos por la parroquia local, la banda lo dio
todo sobre el escenario, consiguiendo en poco tiempo una conexión
fiable con la audiencia que bailaba y coreaba sus temas sin parar.
Esta andadura hace poco que comenzó y lo ha hecho con buen pie, así
que desde aquí deseamos a InBlauk toda la suerte del mundo y
seguiremos sus pasos en el futuro.
Y sobre Bob Wayne y sus Outlaw Carnies
podría escribir varias entradas porque la experiencia fue de las que
marcan época, toda una andanada visual y musical que no dejó a
nadie indemne. Antes del concierto no conocía nada de Bob y su
banda, así que durante los días previos me empapé de todos los
discos que pude conseguir de ellos. Cuando escuché su autobiográfica
“Blood to dust” supe que el lazo estaba hecho y que ya no se
rompería.
En primer lugar te llama la atención
el aspecto de tipos duros que llevan todos los miembros del grupo.
Sus tatuajes, largas barbas y cazadoras llenas de mensajes directos
donde predominan los vocablos Fuck y Shit contrastan con la
delicadeza y limpieza de la mayoría de sus grabaciones. Contando
historias con el tema de la carretera como eje principal y todas las
aventuras que se pueden correr en sus inmediaciones. Y todo ello con
un estilo contundente como si el bueno de Johnny Cash hubiera tocado
a bordo de un Chevrolet con turbo en los años 50. Mientras escuchaba
embelesado sus canciones, transportado hacia las tierras del oeste
sobre melodías de violín inolvidables y mil sensaciones recorrían
mi ser, una convicción crecía en mí: estos tíos en directo deben
ser la leche. Y así fue...
Tardaron un par de canciones en ajustar el sonido a su conveniencia, después ya no hubo quien les parara. Bob Wayne no venía solo. Le acompañaba
su banda, los Outlaw Carnies, ¡y qué banda! Un batería ya con unos
años encima pero con el nivel de energía a tope para poner a mil
revoluciones la locomotora rítmica que dirigía. Menos mal que con
buena previsión amarró con metros y metros de cinta aislante el
bombo al suelo. A saber dónde habría acabado si no. Jared McGovern al contrabajo,
el más punk que se pueda encontrar; a la guitarra eléctrica, Ryan Clackner, el más
heavy al Este de Nashville y al violín, Liz Sloan, la chica con la mirada más
enigmática que nunca vi al interpretar sus solos. Todavía me
pregunto sobre quién o qué fijaba la mirada cuando tocaba. Todos
juntos consiguieron que pasara una de las mejores noches de rock and
roll que recuerdo pues se me hizo muy corta y no quería que acabara en
ningún momento.
Después del show, saludamos a la banda
mostrándose en todo momento muy cercanos y accesibles. No me queda
más que decir que en la larga gira europea que tienen por delante,
tocando casi a diario, no perdáis la oportunidad de verlos en
directo porque merece mucho la pena. Y yo espero volver a coincidir
en el futuro con el chico que nació en 1977, el año que Elvis
murió, posiblemente en la carretera, su lugar favorito...
Thanks again to Mr. DGM for the video!
Pedazo de concierto!!! Hell yeah!
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