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jueves, 8 de abril de 2010

Las motocicletas lucen mejor con sol.


Tras un largo invierno a resguardo del frío, la lluvia y demás inclemencias meteorológicas se atisban los primeros rayos de sol. Con cautela, las máquinas salen de sus guaridas al ritmo que marca el ralentí de sus motores. Pero la verguenza se desvanece cuando el sol ilumina sus cromados y sus motores se atreven por fin a rugir de nuevo. 
Hay hambre de carretera, hay sed de gasolina. Las dos ruedas cabalgan de nuevo sobre el asfalto.

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