Toda canción tiene su momento de gloria y máximo esplendor. Unas lo alcanzan cuando son tocadas en directo, otras en momentos de subidón emocional y otras en profundos bajones de soledad o desesperanza. Otras muchas lo adquieren al ser asociadas con imágenes en películas o videoclips, o simplemente al coincidir su escucha con la contemplación de un paisaje o una puesta de sol.
Incluso aquella que en alguna ocasión nos pareció una ñoñada puede sonarnos diferente en ese momento preciso en el que adquiere significado. Es una situación tan personal que sólo puede ser sentida en muchas ocasiones por un solo individuo, pero cuando ésta sensación se da a la vez en un mismo lugar y en muchas personas surge la magia haciendo de ese instante algo inolvidable.
Por supuesto, toda regla tiene su excepción. No hace falta que diga aquí que hay muchas canciones e intérpretes que nunca conseguirán sacarme un segundo de placer. Pueden aspirar a provocar un ataque de risa o una broma jocosa pero nada más.
Es lo que tiene la música, ese maravilloso elemento transmisor de emociones.
Esa sensibilidad, Gibs... ¿será que nos hacemos mayores? ¿O que cada vez nos hacemos más abiertos? Cualquiera qu sea la explicación, bienvenidas sean las apertutas de miras y horizontes. Un nuevo mundo se abre ante usted, y no me refiero a las baladas. ¡Vaya padrazos vais a ser!
ResponderEliminar