De nuevo me veo excavando en los rincones más profundos de mi cabecita para recordar aquellos tiempos en los que andaba enfrascado en los ritmos más rápidos y distorsionados que podía encontrar. No era ya tan fiera la bestia como lo pintaban, porque también pululaban ya por entonces unos tales Creedence Clearwater Revival por mi universo sonoro. Fuera casualidad o no, lo cierto es que aparecieron por mi casa el album rojo y azul de los Beatles. Unos enormes discos dobles que recorrían gran parte de sus éxitos y me puse a escucharlo. Aquello no tenía nada que ver con lo que yo había oído hasta entonces. Si uno prestaba atención a sus letras eran perfectas para jovencitas enamoradas, pero había un trasfondo que me llegó. Poco a poco las letras iban cambiando de tono y temática, y las melodías eran cada vez mejores. Algunos dirán, estos no son rock ni nada. Puede que tengan razón, pero la música de los Beatles tiene algo que hasta ahora nadie ha vuelto a aportar. Abrieron muchos caminos para bandas futuras que hoy ya son presente y algunas hasta pasado.
Recuerdo con nostalgia nuestro viaje a Liverpool, recorriendo calles y lugares marcados a la banda como no he visto en ninguna otra ciudad. O en Londres cruzando el famoso paso de cebra de Abbey Road. Si señor, con todo derecho ocupan un lugar en mi historia del rock.
Han dicho en el telediario que hoy hace 40 años de lo de Abbey Road, si lo llego a saber hago una entrada especial. Tendré que buscar la foto...
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