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jueves, 18 de junio de 2009

Sobre Stieg Larsson.

Aprovechando que hoy se publica en España el tercer volumen de la ya per sempre inconclusa saga de Millenium, me pregunto que pensaría Stieg Larsson de todo lo que se ha montado alrededor de este fenómeno. O quizás debería preguntarme si habría ocurrido lo mismo si estuviera vivo, y todo esto no es fruto de lo morbosa que es nuestra sociedad.
Este izquierdista y antifascista sueco nos ha mostrado un país que no era tal y cómo pensábamos a través de los tópicos que nos llegan aquí, al sur, a miles de kilómetros de distancia: sociedad de gran bienestar, muchas ayudas sociales y derechos, Ikea, las suecas que venían de vacaciones al Mediterráneo... No era oro todo lo que relucía. Hace años oí que era uno de los países con más alta tasa de suicidios y realmente me extrañó. Ahora Stieg nos muestra violencias machistas, corrupciónes varias, nazismo latente...
Viendo sus fotos parace un hombre sencillo y agradable, que se dejó la salud en noches en vela a base de café y cigarrillos para escribir el legado de lo que tenía pensado ser una saga de diez novelas. Nos quedamos en tres y dicen que una parte de la cuarta. Pronto aparecerán leyendas urbanas sobre posibles finales, igual que parece que ronda ya alguna teoría conspiranoica acerca de su muerte fulminante.
Otra parte que queda pendiente es el de su viuda compañera sentimental, que gracias a las leyes suecas, que parece que tampoco son tan avanzadas como se creía, no está recibiendo ni un euro de los derechos generados por las novelas. Es curioso que estos beneficios están llegando al padre y hermano del autor, con los que no tenía relación alguna. Se estarán partiendo de risa mientras sus cuentas bancarias engordan día a día. Larsson tenía pensado utilizar ese dinero en ayudar a mujeres maltratadas y promover la revista Expo, versión real la ficticia Millenium.
Sólo me queda pensar en la esperanza de que Stieg no hubiera cambiado de idea al forrarse y que realmente hubiera llevado a cabo sus proyectos solidarios.

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