Este año está siendo especialmente prolífico en la abundancia de la serpiente popularmente conocida como bastardo. Gran número de ellas han aparecido atropelladas en las carreteras y se comenta que han sido vistas en grupo de hasta siete en sus bailes reproductores. Voy a comentar una serie de "leyendas" sobre ellas que no he podido constatar cientificamente y que llevo oyendo desde mi más tierna infancia.
Se dice que los ejemplares de más edad desarrollan abundante pelo sobre su cuerpo y más concretamente en su cabeza, presentando una especie de bigotes característicos.
Es una culebra huidiza, pero si se la acosa puede plantar cara emitiendo bufidos intimidatorios y aunque es venenosa no suele tener peligro para el hombre. Sin embargo se habla de enfrentamientos con humanos a base de latigazos. La culebra hincaría su cabeza en el suelo y comenzaría a voltear su cola como si de un látigo se tratara. Llegué a oir incluso de gente con piernas rotas tras recibir un impacto de estas características.
Me recomendaban de pequeño que si alguna vez era perseguido por un bastardo, debía buscar lo antes posible un campo arado y correr en sentido perpendicular al trazado de los surcos, ya que así la culebra no podría seguirme porque se lastimaría su espinazo.
Por lo visto, no era raro encontrarla en establos mamando de animales mientras entretenía a las crías con su cola. Esta versión también la oí en versión humana, cuando se colaba en los dormitorios de los pueblos y mamaba de los pechos de las madres mientras consolaba al bebé introduciendole la punta de la cola en la boca.
En fin, no sé cuales serán verdad y cuales leyenda rural en este caso. Lo cierto es que yo tengo una relación bastante negativa con las serpientes desde bien pequeño y en cuanto estoy cerca de una de ellas escapo al instante.
Es una culebra huidiza, pero si se la acosa puede plantar cara emitiendo bufidos intimidatorios y aunque es venenosa no suele tener peligro para el hombre. Sin embargo se habla de enfrentamientos con humanos a base de latigazos. La culebra hincaría su cabeza en el suelo y comenzaría a voltear su cola como si de un látigo se tratara. Llegué a oir incluso de gente con piernas rotas tras recibir un impacto de estas características.
Me recomendaban de pequeño que si alguna vez era perseguido por un bastardo, debía buscar lo antes posible un campo arado y correr en sentido perpendicular al trazado de los surcos, ya que así la culebra no podría seguirme porque se lastimaría su espinazo.
Por lo visto, no era raro encontrarla en establos mamando de animales mientras entretenía a las crías con su cola. Esta versión también la oí en versión humana, cuando se colaba en los dormitorios de los pueblos y mamaba de los pechos de las madres mientras consolaba al bebé introduciendole la punta de la cola en la boca.
En fin, no sé cuales serán verdad y cuales leyenda rural en este caso. Lo cierto es que yo tengo una relación bastante negativa con las serpientes desde bien pequeño y en cuanto estoy cerca de una de ellas escapo al instante.
Doy fe de que los más viejos tienen mostacho
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