Lunes de Aguas.

Hoy, como tantos otros años, celebraremos el lunes de aguas comiéndonos el tradicional hornazo, uno de los grandes inventos de la humanidad junto al chorizo (que forma parte de él) y las perronillas. Esta gran tradición se la debemos al mundo de la prostitución, que aportó algo positivo al mundo de la gastronomía.

Cuentan los viejos del lugar, que cuando el tiempo todavía era joven y la sociedad era aún más hipócrita que hoy en día, solían limpiar la ciudad de malas tentaciones para preservar el recogimiento de la cuaresma. A tal fin, desalojaban de la ciudad a todas las prostitutas, sacándolas de sus lupanares y transportándolas al otro lado del río, cual caravana de mujeres rumbo al salvaje oeste. Una vez pasada la cuaresma y la semana santa, se montaba una gran fiesta de bienvenida a la ciudad, organizada por estudiantes y gentes de toda condición, usuarios habituales de los servicios de estas damas, a las que habían echado tanto de menos. Su recibiento en las orillas del río, se acompañaba de una copiosa merienda a base de hornazo y supongo que regado de buen vino también.
No quiero ni imaginar lo que supondría instaurar en la actualidad una tradición de estas características. Miedo me da pensar las cosas que cruzarían el río, y más miedo aún la celebración que se haría para recibirlas de nuevo. Vayamos al grano, comamos el hornazo y pasemos un buen día de campo.