El reflejo de la luz sobre la superficie del agua nos deslumbra y nos impide ver las maravillas que se esconden debajo. Una acción cotidiana en la naturaleza que nos sirve de ejemplo para no quedarnos en la primera capa y siempre ir más allá.Mi primera lección la aprendí con la música. Gracias a unos buenos amigos de Barcelona y a un cuñado enrollado, aprendí que hay mucho más tras la barrera de las radio fórmulas y los canales de televisión generalistas. Dejando a un lado listas de éxitos, canciones del verano y demás edulcorantes, descubrí que la mejor música seguía en muchas ocasiones un camino paralelo y oculto tras el telón opaco creado por las corrientes consumistas. Doy gracias por mi pronta apertura de ojos y todo lo bueno que vino detrás.
Más tarde me ocurrió algo similar con los libros. Intenso lector juvenil de clásicos y de lo que caía en mis manos gracias sobre todo a la biblioteca del barrio, no fue hasta mucho después cuando llegó la revelación de que algo similar al mundo de la música sucedía en el mundo de las letras. Acaeció en pleno auge de los libros sobre templarios a raíz del éxito del Código Da Vinci, cuando las editoriales se lanzaron en tromba a publicar todo lo habido y por haber sobre el tema como si de una nueva fiebre del oro se tratase. Reconozco que caí de lleno en la trampa porque era un tema que me interesaba desde antiguo. Compré y leí infinidad de ejemplares sobre templarios, ya fueran ensayos o novelas, y como si hubiera encontrado el Santo Grial, vi de nuevo el cegador brillo de la luz reflejada en negro sobre blanco. A partir de aquí fui mucho más cauteloso y selectivo con mis lecturas, apartándome de las listas de best sellers (aunque asumo que de vez en cuando algo bueno se cuela entre ellas) y rebuscando la calidad por caminos menos transitados.
Y mi experiencia más reciente la he vivido en el mundo de las series, tan en boga en estos tiempos de pandemia y confinamiento, donde las maratones en las que han caído temporadas y temporadas en pocos días han sido frecuentes. De nuevo nos vemos con una oferta ingente de material sobre el que elegir y un montón de recomendaciones y bombardeo para ver las series del momento. Yo me centro más en el mundo del misterio, del terror o la animación y, aunque la oferta es también amplia, no es tan mediática y popular como otros géneros. Aun así, pronto empecé a oír hablar sobre joyas escondidas en las plataformas de streaming y me puse a investigar sobre ello. Y es que es tanta la oferta, que hay que hacer una verdadera labor detectivesca y de documentación para encontrar series estupendas que a pesar de estar en compañías con muchos suscriptores, ocupan un segundo o tercer plano en los motores de búsqueda, haciendo difícil llegar a ellas.
Bien podríais decir que esto es aplicable a muchos más campos, incluso quizás a todos los que os podáis imaginar. Me he centrado en estos tres por ser con los que más contacto tengo y porque están muy relacionados entre ellos. Igual que me refiero a los libros, los cómics entran del mismo rasero y muchas series provienen de ellos. Lo mismo ocurre con las bandas sonoras que nos pueden llevar a descubrir buenas bandas. Infinidad de ejemplos hay que ya han sido reflejados en el blog, así que os dejo con estas reflexiones por si os sirven de algo, como mínimo para pasar el rato leyendo un poco, que no es poco.