Los
pantanos de Lousiana son sin duda un gran escenario para ambientar una buena
historia. Además de las condiciones climáticas especiales que reúne, se añade
el rico pasado en leyendas de sus primeros pobladores y ser la cuna de buena
parte de la música que tanto nos gusta. Todo esto metido en una coctelera de
ideas al que se añaden como aderezo unos misteriosos asesinatos y
desapariciones y un par de protagonistas que coinciden en el trabajo a pesar de
tener unas vidas completamente opuestas, dan lugar a una interesante trama cuyo
éxito a mi parecer es la manera de contarlo.
Si el
desarrollo hubiera sido de forma lineal según transcurren los hechos desde 1995
hasta 2012 si no recuerdo mal, no habría tenido la misma repercusión. La
narración de los hechos combinando pasado y presente, y desde los diferentes
puntos de vista de los personajes, dan riqueza y valor a una historia que a
mitad de la serie parecía terminada y que derivaba sin remisión hacia la vida
personal de los protagonistas, que por otra parte, también tiene mucha miga.
Todo
ello amenizado por una buena banda sonora, nos han hecho llegar al final con
buen pie, a pesar de que haya habido momentos duros por la lentitud y detalle
de las narraciones de los protagonistas. Lo que no puedo negar es que me han
quedado unas ganas locas de probar la cerveza Lone Star. Espero que la
oportunidad para ello llegue pronto.