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jueves, 21 de julio de 2016

El emblema del traidor de Juan Gómez Jurado

Lo prometido es deuda y con esta reseña queda saldada. Tenía la lectura de este libro en mi debe desde hace años y no es bueno dejar pasar las cosas tanto tiempo. Ya sabes, toda demora se cobra sus intereses y yo los he pagado como buen lector que soy. No ha sido con dinero sino con una sensación que duele más y que supongo que la gente que lee habitualmente sabrá entenderlo.
El emblema del traidor te engancha con facilidad y se devora con avidez. A poco que te guste la historia, el misterio y saber sobre gente que tuvo que vivir en momentos difíciles y salió adelante este libro te gustará como es mi caso. Además es muy apto para dar su paso al celuloide y quizá algún día lo veamos en cartelera. Si llega ese momento no sé si tendré el valor suficiente para mantener pegados mis ojos a la pantalla durante alguna escena, cosa que no tuve opción cuando leía el libro puesto que si lo hubiera hecho no podría haber seguido leyendo obviamente.
Y ahora llega el momento del pago en forma de arrepentimiento por no haberlo leído antes, en su momento adecuado. Hace unos años, cuando estaba inmerso en el mundo del misterio y sociedades secretas, nazis, conspiraciones esotéricas y demás eran habituales y casi copaban mis lecturas e intereses, la lectura de esta historia habría supuesto para mí una mayor satisfacción. Me duele porque conocía algo de los hechos en los que se basa la trama y no hice un esfuerzo por llegar a ella con más premura. 
Pero haciendo caso al refrán de nunca es tarde si la dicha es buena y para quitarme el sabor agriculce de mis retrasos, al final del libro se me abrió una posibilidad, un pellizco a mi curiosidad que prendió una llamita que casi estaba apagada en mi interior. Una pregunta se planteó y me gustaría saber la respuesta: ¿Qué pasó viente años después a cinco mil kilómetros de distancia?