Como suele ser habitual en los libros
de Abercrombie, los comienzos son al despiste. Nos da vueltas para
marearnos y no encontrar el camino, para luego después, y como si de
un juego se tratara, ponernos pistas para orientarnos y poco a poco
encontrar la senda correcta. Así, al principio la trama no me
convencía mucho, además de que echo en falta enormemente a mi
añorado Logen Nuevededos, pero con confianza nos vamos metiendo en
el libro y nos engancha a las pocas páginas.
El ambiente descrito nos ayuda, porque
aunque es un libro de fantasía podría decirse que de época
medieval, nos vemos de pronto inmersos en las tierras del oeste del
Círculo del Mundo, que tienen un gran parecido con el oeste que
nosotros conocemos como Western: hay fiebre del oro, salones,
caravanas, nativos salvajes, un lobo con piel de cordero y algún que
otro idiota con principios.
Abercrombie es un genio creando y
manejando personajes, y en este libro hay tantos y tan buenos que es
muy difícil quedarse con uno como personaje principal, puesto que
muchos podrían aceptar este título. Mención especial para los
personajes femeninos tanto en esta obra como en las anteriores. Otra
cosa que llama la atención son las escenas de cama, poco abundantes
pero que suelen salir caras a los que se involucran en ellas,
provocando situaciones graciosas y peligrosas a la vez.
Por sexta vez me quito el sombrero ante
Abercrombie. En esta ocasión ha retratado a la perfección un tema
que tanto en la ficción como en la realidad suele acabar con más
perdedores que ganadores, y que no es otro que el descubrimiento y
conquista de nuevos territorios en los que habitan nativos con otras
costumbres a las del pueblo invasor.
Y se acabó por ahora la obra de
Abercrombie, habiendo devorado sus páginas a ritmo vertiginoso con
emoción e intriga hasta el último párrafo y con ganas ya de más.
Por los dados de Amistoso me juego lo que queráis que esto no
termina aquí y que continúe pronto ¡por favor!