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viernes, 20 de agosto de 2010

Fuerza y Honor de Fernando Rueda y Silvia Casasola.

Gracias a este libro he podido recordar los entrañables momentos nocturnos que pasé en compañía del gran Juan Antonio Cebrián. Es curioso lo que puede dar de sí la memoria, ya que leyendo sus páginas han aflorado episodios y gentes que creía perdidos pero que estaban ahí, y tirando del hilo se ha desenvuelto una madeja cargada de grandes recuerdos.
He conocido aspectos de su vida privada que me han hecho ver que estaba en lo cierto, que se trataba de un gran hombre que llevó hasta el límite la pasión por su trabajo, no exento de dificultades y contratiempos. Y como siempre tras recordar al gran Cebri, me queda el sabor amargo de una cuenta pendiente, de una deuda que espero algún día poder saldar. Le debo tanto conocimiento, tantos campos nuevos que abrió para mi interés, que me veo en la responsabilidad de devolvérselo de alguna manera, como una paga al maestro por las clases que impartió y que de tanto me sirvieron. 
Ya nunca podré quitarme la espina de poder haberlo conocido personalmente, pero me quedo con el consuelo del tiempo compartido y del saber acumulado. Fuerza y Honor Juan Antonio, sigues vivo en nuestra memoria.

miércoles, 18 de agosto de 2010

Abejarock 2010

Si no tenéis planes para el sábado y os apetece acercaros de nuevo a Béjar, podréis disfrutar de un festival musical y además colaborar por una buena causa, la de los Payasos sin Fronteras. 
Más información en:

sábado, 7 de agosto de 2010

Johnny Winter Valladolid 24 de Julio.

Ya íba avisado por el Señor DGM, que lo vio hace un par de años en Cazorla, de que el estado físico del Sr. Winter no era el más idóneo para subirse a un escenario. Gracias a esto no me decepcioné como otros asistentes al concierto entre cuyos comentarios al final de show predominaba la palabra chasco. A mí también me hubiera gustado ver a Johnny en los setenta, en pleno apogeo de su carrera y con todas sus energias sobre la guitarra, pero quizás por aquel entonces Valladolid no caía de camino en ninguna ruta con origen en Texas.
Tampoco el lugar era el más adecuado. Aunque esteticamente el claustro del Monasterio de San Benito si acompañaba, no lo hacían así sus cualidades acústicas. Yo acudía sin muchas expectativas de encontrar un gran show, cierto es que algunas notas se escapaban y que se oía bastante mal pero allí estaba él, el mítico Johnny Winter, amo y señor durante décadas del blues más cañero, sentado en una silla y con dificultades para andar, pero sus dedos seguían pegados al mástil de su guitarra a unos sesenta y seis años muy mal llevados. 
Era un homenaje, un rendir cuentas a un venerable maestro de las seis cuerdas, sintiendo a la vez orgullo y un poco de pena por verlo tan maltrecho. Cierto es que cuando cambió de gutarra para coger su Gibson Firebird y su slide la cosa cambió para bien. Por aquel entonces una sonrisa poblaba nuestros rostros gracias a una animosa asistente al concierto, que con sus bailes y sus tropiezos nos alegró la noche.
Lo dicho Sr. Winter encantado de haber estado a unos metros de su persona, se nos hizo un poco tarde a los dos para coincidir pero al final nos vimos, muy cerca de mi casa y muy lejos de la usted. Cuídese la salud no nos vaya a dar un disgusto, que ya sabe que por estas tierras castellanas le admiramos mucho.

viernes, 6 de agosto de 2010

Todo es Eventual de Stephen King.

De nuevo vuelvo con otro librito del Señor King. En esta ocasión se trata de un compendio de relatos cortos, catorce para ser más exactos, en los que varía tanto la longitud como la calidad de los mismos. Unos brillantes como el que da título al libro, Sala de Autopsias Número 4 o El Hombre del Traje Negro, otros famosos por haber sido editados en solitario como Montado en la Bala, donde el autor gira las tornas de la típica y clásica historia de terror de la chica de la curva, otras famosas por haberse convertido en película como 1408 con el peligro de estirar un relato corto y convertirlo en una recreación de hora y media (así pasa lo que pasa) y otros soporíferos y metidos con calzador como Almuerzo en el Café Gotham o Esa sensación que sólo puede expresarse en francés. Variedad para todos los gustos.
Pero lo que más me ha gustado son las confidencias del escritor en el prólogo y al principio o fin de cada relato sobre cómo lo escribió, en qué se inspiró o sus pensamientos sobre los nuevos formatos de escritura. Me recordó gratamente su autobiografía, la cual leí hace ya bastantes años y confieso que he sentido ganas de releerla de nuevo y no lo descartó. Y es que para los que nos gusta leer y escribir, que un autor escriba sobre como escribe es una clase magistral a la que no puedes faltar.