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viernes, 12 de agosto de 2011

Sueño del Fevre de George R. R. Martin.

Igual que el vampiro sediento a su víctima he devorado yo esta magnífica novela. Me ha sabido a gloria pues contiene los deliciosos ingredientes para cocinar un buen guiso: ritmo, intriga, personajes con carácter, atractivos escenarios y lo más importante: un sabor seductor que una vez que lo pruebas no puedes esperar hasta volver a repetir. 
Leí el primer capítulo y me gustó, leí el segundo y sin darme cuenta ya estaba en el tercero navegando a bordo del Sueño del Fevre, el mejor vapor que en mucho tiempo se vio por el Mississippi y alrededores. Recorrimos el río compitiendo con otros vapores en carreras arriesgadas, cargamos la bodega de alimento para las calderas en muchas madererías (mejor haya que álamo), utilizando buena manteca para conseguir más velocidad punta. Hicimos parada en Cairo, Natchez, San Luis y sobre todo en Nueva Orleans. ¡Menudo antro de perdición! Lugar plagado de vicios y de personajes imposibles. Y por las noches descansamos disfrutando de la fresca brisa del río... No, no descansamos mucho porque sucedían cosas extrañas y peligrosas y era necesario tener los ojos bien abiertos por si las moscas.
A mi parecer, lo que da tanta fuerza y vida a la novela son los personajes tan bien definidos que tiene. Estoy seguro de que si me cruzara con alguno de ellos sería capaz de reconocerlos al instante: el rudo y noble Capitán Abner Marsh y su tripulación de confianza: Mike el Oso, Johnatton Jeffers y Toby el cocinero; el desagradable Billy Vinagre y por supuesto Joshua York y Damon Julian. En su compañía he sentido las más dispares sensaciones: de la amistad pasé al odio, de la impotencia a la venganza y sobre todo viví en un temor constante, sin llegar a convertirse en terror, pero que me mantuvo en vilo muchas noches.
De nuevo me quito el sombrero ante el Señor Martin (y ya van unas cuantas), que sigue sin defraudarme aunque cambie de tiempo y escenario. Él se maneja a las mil maravillas y yo que lo lea durante muchos años más.

3 comentarios:

Jolan dijo...

Está visto que Martin es un maestro en lo que a manejar personajes con distintas psicologías se refiere. Me la anoto como lectura futurible, aunque por ahora Canción de Hielo y Fuego está ocupando casi todo mi tiempo de lecturas veraniegas.

Adonai dijo...

Muy buena reseña amigo Mr. Gibson. Yo leí en su momento la edición de Sueño del Fevre en Acervo, y me gustó tanto que me compré, en cuanto salió, la de Gigamesh, sabiendo que la traducción iba a ser muchísimo mejor... y no me equivoqué. Con Canción de Hielo y Fuego, la espera se hace interminable, después de Festín de Cuervos, ansió la quinta entrega de la serie. Pero cuando es de verdad grande George R R Martin, es en Muerte de la Luz y Los Viajes de Tuf, realmente impresionantes.

Un abrazo compañero!!

Mr. Gibson dijo...

Jolan: Exprime al máximo la Canción porque es de lo mejorcito que yo he leído.

Adonai: Además de gustos musicales compartimos gustos literarios ¡Eso está bien!

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