Tenía gran interés en leer esta obra, aclamada por la crítica y cuyo mayor aliciente era tener como principal escenario la ciudad de Salamanca, la cual presumo de conocer bien. Sin embargo, a medida que el número de páginas leídas aumentaba lo hacía también mi decepción.Y es que en ningún momento me he sentido partícipe de la historia, ni de los personajes y de lo que es más triste, de lugares que he recorrido mil veces y aún así me parecían extraños y lejanos. El autor recoge multitud de hechos históricos ocurridos en la ciudad mezclándolos con las leyendas surgidas de las piedras que la componen, pero sin lograr en ninguna ocasión crear la atmósfera necesaria para conseguir ese ambiente mágico. Tampoco sé si es lícito colocar a un personaje histórico como Fernando de Rojas en el papel protagonista. Sí estoy de acuerdo en hacerlo como un secundario que aparece y da color a la trama, pero un protagonismo total en una historia de ficción me llena de dudas.
Por quedarme con algo positivo, me ha llenado de curiosidad la ubicación del Manuscrito de Piedra, ya que conozco de primera mano la existencia de lugares parecidos en la ciudad que ardo en ganas de poder visitar algún día. Ojalá sea así.
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